miércoles, 2 de enero de 2013

Barrio Alto

Barrio Alto
Hace un par de días terminé de leer Barrio Alto, de Hernán Rodríguez Matte (ojo, por favor, "Matte"), editado por Alfaguara. Debo reconocer que incluso antes de comenzar la primera línea, se habían activado en mí todos los prejuicios posibles ante un libro con tal nombre. ¿Quién era este nuevo cara de palo -pensaba- que se atreve a escribir jactándose de su cuna acomodada, dentro de un tiempo en que el comunismo parece estar tan de moda? ¿Quién era este hijo de su padre que tenía el coraje de enrostrar a los lectores el hecho de no haber nacido en una posición tan acomodada como la suya? Un valiente, sin duda. Este personaje era Hernán Rodríguez, como dije, rubio (y señalo este aspecto pues el narrador lo menciona repetidas veces a lo largo del texto) y bien parecido. Con esas características el texto no dejaba de ser una osadía digna de explorar, después de todo. 
Tomé el libro una noche en que no tenía mucho más que hacer. Un amigo lavaba la olla en que yo más tarde tendría que cocinar arroz y como se tomaba su excesivo tiempo en estos asuntos domésticos, me eché en el sillón de su casa con el libro en las manos para pasar un poco el rato. Estoy cansado de masturbarme... Primera línea. Hummm. Esto me suena conocido. Me suena a adolescente en crisis tirando mierda al mundo por papis ausentes. Me suena a un lejano Matías Vicuña actualizado a un presente un poco más contemporáneo. Listo, ya sabía de qué trataba y a partir de ahí no podía esperar sorpresas. Fui avanzando página tras página con una vaga sensación de entretención pero con la idea de que algo faltaba al asunto, de que la sopa tenía todos los ingredientes pero le faltaba la sal. Sí, algo faltaba ¿Qué podía ser? La lectura se había vuelto monótona, ya iba en la mitad del libro y el texto no dejaba de ser la narración de diversas situaciones que quedaban despegadas las unas de las otras. Parecía un diario de vida (bueno, en realidad está escrito en primera persona), pero no uno en que hay una lógica (incluso la lógica de lo ilógico) sino más bien en uno escrito como un collage de experiencias esparcidas en el papel sin ningún hilo conductor. Así podíamos mantenernos toda la vida. ¿Hacia dónde íbamos? Ya llevaba más de la mitad cuando supe que en realidad no íbamos a ninguna parte más allá de lo que ya había leído. Faltaba el motor, el motivo, el conflicto -dirían los entendidos-, la tuerca principal que enganchara todas las otras pequeñas tuercas de la decadencia que el autor intentaba ilustrar a través de las vivencias del protagonista. Recordé entonces cuando Stephen King decía que solo era posible distinguir los libros buenos de los libros malos leyendo la mayor cantidad posible. Se afinaba el ojo, se sentía si a la orquesta le fallaba algún instrumento o si todos tocaban al mismo ritmo, eso mismo que nos pasa a los psicólogos cuando detectamos que algo no funciona muy bien en alguna persona (un profesor solía decir que los trastornos de personalidad se "olían", se "olfateaban").
No creo que Barrio Alto sea un mal libro. Me entretuvo bastante y un lector entretenido suele ser benévolo en sus comentarios, como lo he sido en éstos; solo que pienso que podría haber sido mejor. Recuerdo a Hemingway y su Por quién doblan las campanas. Robert Jordan perfectamente podría haber conocido y amado a María mientras caminaba por los cerros de España y haberse quedado con esos elementos. Pero no, Hemingway le dio un piso a la historia, le dio la Guerra Civil Española para poner a los enamorados en verdadero jaque. Era un amor en relación a algo superior. Barrio Alto, por el contrario, no da piso a las vivencias del protagonista. Podría bien haberle puesto quizá una enfermedad, o vaya a saber uno qué cosa. Si bien el grupo de amigos acompaña al protagonista en la mayoría de sus correrías, no es capaz de constituirse como la base de la historia; ni la depresión de Benjamín, ni su uso de drogas. Como digo, la banda se queda sin escenario y tuvo que tocar desde el suelo y sin amplificación. Si tuviera que calificar el libro, le pondría un 6. Fue entretenido para pasar mis interminables horas en bus rumbo a Santiago, pero podría haber sido mejor.





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también tuve la oportunidad de leer este libro durante las vacaciones en el fundo familiar. Sin duda es un libro sin mucho trasfondo cultural ni informador pero al verme tan representado con el personaje (excluyendo la mayoría de sus actitudes) me metí mucho en la historia y me di la oportunidad de gozar el texto tal como si fuera la vida de algún amigo o conocido mío , ya que tuve la oportunidad de nacer en una familia con situaciones bastantes acomodadas y se que las cosas que él narra pasan realmente.

Sin querer descriminar ni menos éste libro podría resultar ser una verdadera basura literaria para muchas personas, pero para aquellas personas que se sienten representados logra ser un interesante texto.

Se despide atentamente.


EL señor basura.

Iván Tapia Saavedra dijo...

Me pregunto cómo pudes sentirte identificado con el personaje si excluyes la mayoría de sus actitudes. Hummm.

Pancho Beltrán dijo...

Es un excelente libro. Agudísimo en su representación de ese Chile del barrio alto de finales de los noventa, con pasajes descarnadamente gráficos de los hijos del dinero que no saben bien hacia dónde van ni que hacer con sus vidas y a la vez son actores tristemente lúcidos de su bien decorada y miserable existencia. Autor muy consciente del proceso creativo y del uso del lenguaje en relación al relato, con un gran sentido del humor. (Me sacó más de una carcajada). Lectura liviana y ágil, difícil no leerlo de una sola vez. Sólo para terminar, me parece fuera de lugar la comparación con Hemminway, a los autores hay que contextualizarlos como tales y en el tiempo y lugar en que escriben, H. rodriguez Matte sigue siendo un escritor menor. Respecto a la cita a Stephen King, los libros hay que leerlos siempre hasta el final para opinar de ellos, absolutamente de acuerdo. Creo que los pisos a que se hace alusión en esta columna, los encuentra la historia precisamente hacia el final, con la muerte azarosa y sin sentido de Olaf (uno de los mejores amigos del protagonista) a manos de unos niños delincuentes.
Lamento haber perdido el libro, lo leí hace unos 7 u 8 años atrás y ahora me gustaría releerlo, para darle segundas y terceras interpretaciones. Buscándolo online fue como llegué a este blog. Saludos.

Anónimo dijo...

Y no lo encontraste online???