Vale, Stephen King es un dios y no me avergüenza reconocerlo. Lo admiro como escritor y pienso que es un excelente narrador. Como a muchos, me animó a mí y a cientos a encontrar verdadero placer en las letras a través de sus narraciones. A pesar de lo que le enrostren los críticos como Harold Bloom, quien en una desafortunada acción califica su literatura como basura, lo que realmente importa en la lectura es que abra espacio a la reflexión, y si la reflexión la encontramos a partir de elementos sobrenaturales, elementos fantásticos, elementos cotidianos y terroríficos, pues bienvenida sea.
Hoy comento el fin de la trilogía de Bill Hodges y Brady Hartsfield, que comienza con Mr. Mercedes, pasa por Finders Keepers (mal traducida por Quien Pierde Paga) y termina con Fin de Guardia. En esta última novela se encuentran nuevamente Bill Hodges y Brady, su eterno archi enemigo, su guasón, su rival, para poner fin a la competencia entre el bien y el mal. Recordemos que Brady ha quedado en estado vegetal en la primera novela cuando Holly Gibney, el robin de Batman, podríamos decir, le ha pegado en la cabeza al psicópatico muchacho y le ha dejado el cerebro frito (como dirían los personajes). Sin embargo en la segunda novela veíamos resurgir desde las cenizas las pocas brasas que no quedaron completamente apagadas y en esta tercera narración, aquellos pedazos de carbón moribundo que cobran fuerza e inician nuevo fuego. Brady, esta vez, ayudado por un medicamento experimental, desarrolla una serie de poderes cerebrales que le permiten inicialmente la habilidad de la telekinesis (mover cosas con la mente). Este tema le fascina a Stephen King, hay de decirlo, así comienza su carrera, con Carrie, y la retoma en esta nueva novela, las capacidades no exploradas de la mente. Pero Brady, obviamente, no se queda solamente en el control de objetos sino que al poco tiempo descubre que a través de dispositivos electrónicos, es capaz de una especie de telekinesis mental, vale decir, que puede entrar y "mover" las mentes de otras personas. De mesta manera comienza a organizar un plan macabro, cobrar venganza de todas las adolescentes que no pudo acribillar en el concierto de 'Round Here, por el porrazo que le dio Holly y que casi le vuela la cabeza. De esta manera Billy Hodges comienza la nueva carrera por impedir que el malévolo Brady se salga con las suyas, solo que ahora, afectado por un cáncer de páncreas avanzado, ya no tiene ni mínimamente la energía que antes le permitió enfrentar a su archi enemigo.
La novela me gustó mucho pero no me fascinó como sí lo hicieron las dos anteriores, que eran completamente policiales. Quizás el aspecto paranormal y poco probable de la telekinesis, en este caso, le redujo un poco el mérito porque me distanciaba de la realidad. Una pequeña ampolleta en la mente de los lectores nos dice que a pesar de que la historia esté estructurada de manera perfecta, no es posible creernos algo así. Y ese no creernos algo así, nos aleja un poco de la verosimilitud, elemento tan esencial para una buena narración. Dejando de lado ese aspecto, la historia es muy buena, muy entretenida y emotiva, muy humana, vaya que sí. King logra encajar magistralmente todas las piezas que va presentando de poco a poco, de tal manera que al final de la historia contemplamos la maquinaria total, con todos sus engranajes, funcionando sincronizadamente sin ningún cabo suelto. Una melodía casi perfecta.
Hubo un aspecto que me llamó la atención. En la primera página de la novela King dedica el libro a Thomas Harris (recordemos, el creador de la también trilogía (ahora caigo en cuenta) del Dr. Lecter: El silencio de los corderos, El dragón rojo y Hannibal). Debo decir que cuando leí a Harris, hace ya algunos años, quedé también impresionado por la congruencia de los hechos que le dan calidad a cualquier novela policial o detectivesca. Me puse a pensar en qué elementos de la narrativa de Harris se habrá fijado King, como para dedicarle el libro. Y no fue dificil encontrarlo: el momento casi solemne en que Hodges toma el teléfono de Fredi y contesta sin saber que al otro lado se encontraba Brady. Esta escena nos recuerda el momento en que Hannibal contesta el teléfono del inspecto Rinaldo Pazzi, ya atado y próximo a morir, para encontrarse ahí, casi face to face con su amada rival: Clarice Starling. El segundo momento que nos recuerda a las novelas de Harris, es cuando Starling encuentra por su propia cuenta la casa de Jame Gumb y éste, algunos minutos después, la persigue por la casa a oscuras sin que ella lo vea, utilizando un visor nocturno. No describiré la escena en la novela de King que nos recuerda esta secuencia, deben leerla y encontrarla por ustedes mismos, jeje.
En fin. La novela recuerda mucho la maestría de King para mover las emociones de sus lectores. La terminé de leer anoche y quedé insomne durante un buen rato sin poder pegar ojo. Recuerda en ese sentido el trabajo magistral de La Milla Verde (The Green Mile) y lo emocional que nos pusimos todos al leerla.
Fin de Guardia constituye un muy buen trabajo, y se transforma en el punto perfecto, el broche de oro, por así decirlo, para cerrar la saga de Hodges y Holly. Solo me queda una interrogante. Si ambos protagonistas dejan el mundo casi al mismo tiempo, ¿seguirán batallando allá, al otro lado de la realidad, uno comandando las huestes celestes mientras el otro las del inframundo? Ahí te va una idea, maestro King! :)
jueves, 9 de noviembre de 2017
De "La luz en casa de los demás" - Chiara Gamberale
Hago un alto en la lectura de Fin
de Guardia de Stephen King para no romper esta meta que me he propuesto: decir
algunas palabras de cada libro que lea. Hoy le toca el turno a “La luz en casa
de los demás” de la italiana Chiara Gamberale.
El libro trata de Mandorla, una
niña que a sus cortos años queda huérfana (la mamá se mata en un accidente en
moto) y, por la petición de la propia madre, debe ser cuidada por los mismos
vecinos del edificio que ella administraba. ¿La razón? Pues porque entre los
hombres que viven ahí –todos emparejados y con sus respectivas familias, hay
que decirlo- vive también el padre de la niña. En una reunión extraordinaria del
comité de vecinos, deciden que entre todas las familias se harán cargo de la
niña, esto principalmente para evitar conocer el nombre del padre, y destruir
el hogar que éste probablemente conforma.
De esta manera Mandorla
transitará por cada departamento al cuidado de cada grupo, vivenciando las
diversas maneras de ser familia, haciéndose amigos de algunos y enamorándose de
otros a medida que crece.
El libro me gustó, pero la verdad
no tanto. Esa manera que tiene en un comienzo para divagar a través de la
escritura me anduvo perdiendo por varias páginas y ya finalmente me rendía con
tratar de seguirle el ritmo. Como a mitad de libro comprendí que lo que se
proponía, probablemente, era recrear la misma “cadencia” de pensamientos que
vivía Mandorla en sus diversas edades. Pensamiento infantil de niña, y ya más
estructurado de adolescente. En varios momentos estuve a punto de dejarlo pero
como he dicho antes, me animó la idea de que otros libros han deparado
agradables sorpresas cuando vencemos los primeros escollos. Como digo, me gustó
pero no tanto. A ratos el libro se vuelve muy emotivo y certero cuando reflexiona
sobre el amor y cómo este sentimiento logra unir hasta a los sujetos más
diversos. Creo que me quedo con eso del texto. Con esas breves pero ricas
enseñanzas.
De "El guardián invisible" - Dolores Redondo
No sé por qué he demorado tanto en empezar a
escribir esta reseña. Quizás no sabía cómo iniciarla, qué palabras ocupar o
cuál era la percepción que había dejado el libro en mí, después de algunas
semanas de terminarlo. Mi amiga Dafna me obligó a leerlo. Utilizó un argumento
retórico para que lo comenzara y adujo el precio del libro como motivo más que
suficiente para que debiese mostrarme interesado: “Si supieras cuando me
costó”, me dijo. La verdad, me lo había regalado hace ya algunos meses y no
lograba entender que mi ritmo de lectura fuese distinto al orden en que recibo
los libros (comprados o regalados). El asunto es que lo comencé a leer y a
pesar de que estuve a punto de dejarlo varias veces, continué solo por
compromiso. Me había pasado previamente con otros libros que a pesar de querer
abandonar la lectura, los continué y fueron algunos de los mejores que he
leído. Si éste era uno de ésos, no quería perderme la oportunidad de
apreciarlo. Con esa esperanza seguí leyendo. Al cabo de algunas páginas esa
esperanza se hizo realidad y luego continué página a página expectante por
conocer qué venía en los capítulos siguientes.
La novela se ambienta en el Valle de Baztán,
España, donde ocurren una serie de horribles asesinatos de mujeres
adolescentes. Todas las víctimas han sido encontradas al borde de un río, con
el pubis afeitado y con un dulce típico de la zona (txantxigorri) sobre
los genitales. Amaia Salazar comienza a investigar el caso y al poco tiempo
la asignan como detective jefe, hecho que despierta recelo en algunos de sus
compañeros de trabajo. La policía debe trasladarse entonces hasta el lugar
donde han ocurrido las muertes, que corresponde también al lugar donde vive
toda su familia y desde donde siempre ha querido escapar. La novela
explora ambos ejes: la vida familiar y profesional de la detective.
Familiarmente se encuentra marcada por un pasado negro lleno de dolor cuya
figura central radica en la madre de la policía: una mujer desquiciada que se
atraviesa en la novela como figura fantasmal que va y viene constantemente.
Profesionalmente el personaje debe enfrentarse a las críticas constantes de
algunos miembros de su equipo. Amaia no sabe qué hacer ante la imposibilidad de
encontrar a un asesino que se le escapa de las manos y que parece burlarse de
todos cosechando más y más víctimas. Las pistas solo parecen llevar a lugares
sin destino que se pierden en un horizonte a la vez mítico y a la vez real.
Solo cuando las esperanzas están perdidas, el Basajaun, una especie de Pie
Grande protector de los bosques, se deja ver para mostrar a Amaia que a pesar
de lo extraviada que pueda estar, existen fuerzas que van más allá de su
comprensión que la protegen.
La novela es parte de una trilogía. El
guardián invisible, la primera de las tres entregas, recuerda bastante
a Heridas abiertas de Gillian Flynn, solo que esta vez no
es una periodista la que debe abrir sus heridas al volver a su casa de
infancia, sino nuestra policía Amaia Salazar.
A pesar de que la novela a ratos parece entrar en
excesivos detalles con respecto a las relaciones familiares de la protagonista
–digo excesivos porque en un comienzo no se ve con claridad el vínculo entre su
trabajo y su vida familiar-, luego de la mitad del libro comprendemos que gran
parte de los hechos presentados se justifican en aras de la investigación que
el personaje lleva a cabo. Es decir, no son relaciones que la autora presente
sin razón. Este vínculo tardío pero presente resulta importante puesto que
siempre una historia debe justificar la aparición de sus actos, escenas,
interacciones, para contribuir de alguna forma a la narración que propone. De
lo contrario la ficción parece falsa, trunca, y el lector pierde el norte con
respecto a lo planteado. Da la sensación de que el trabajo no ha sido lo
suficientemente pulido.
Con respecto a esto último, quizá si pudiera
hacerse alguna crítica a la novela, ésta tendría que ver con lo dicho, vale
decir, que el vínculo entre lo laboral y lo familiar no queda claro hasta que
ya vamos terminando la narración. Otro aspecto que queda sin atar pero que
asumimos como material para las otras partes de la trilogía, es la presencia de
estos seres mitológicos que caminan tras bambalinas durante la narración: el
Basajaun y una especie de hada que se le aparece a Amaia en uno de los cerros
cuando va de excursión.
La lectura fue interesante y finalmente
entretenida. Sin embargo creo que pasará algún tiempo hasta que tome algo nuevo
de esta autora.
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