domingo, 11 de octubre de 2015

Ryu Murakami y Stephen King

 Hola mundo. Pensé escribir dos publicaciones distintas para estas dos novelas. Las he leído ambas en un record de tiempo. Una en casi dos días y la otra en cuatro horas. Por eso y porque tampoco creo que haya mucho que decir, es que prefiero escribir esta vez un solo post por ambas. 
Terminé de leer "Azul casi transparente" de Ryu Murakami en un bus hace pocos días. El asunto fue el siguiente: pensando que Murakami era un solo autor, compré este libro creyendo que era Haruki Murakami, craso error. La expectativa con que lo había comenzado a leer empezó a decaer progresivamente conforme pasaba las páginas y yo comenzaba a sentirme cada vez más hasta el cuello en la orgía más sórdida y sin sentido alguna vez leída. Para creer que Bukowski es un niño de pecho al lado de Ryu Murakami o que Trainspotting se reduce a las aventurillas de un grupo de aficionados a la baja vida, hay que ser bastante sucio para escribir. Ese comienzo me hizo albergar la tentación de dejarlo de lado (siempre me da vuelta la máxima de Franz Kafka en que dice que si un libro no se lee como un mazazo en la cabeza, entonces no vale la pena continuar leyéndolo). Pero cuando veía que las páginas pasaban con facilidad y que la mitad del libro se veía próxima y de ahí el final, me animé a contuar con la lectura. El libro finalmente termina salvándose cuando, en una especie de segunda parte, los protagonistas caen en el hastío de sus propias vidas y comienzan a mirar el mundo propio y el del resto a través de ese lente. Si podemos obviar de alguna forma todas las páginas sexuales que no tienen mayor sentido desde mi punto de vista, Ryu es un buen narrador. Es capaz de acercarse de forma sutil a los pensamientos comunes que todos tenemos pero que pocos sabemos que es posible traducir a palabras. Me resultaron especialmente bellas las últimas páginas del libro, en que el protagonista, también curiosamente llamado Ryu, relata sus experiencias a partir de las alas polvorientas y brillantes de una polilla, que pone en su lengua y que siente cómo le raspan la garganta, al igual que el escarabajo con el que se topa cuando cae de bruces al pasto húmedo de su ciudad, sintiéndose como un bicho él mismo recorriendo el interior de un monstruo oscuro. Esa parte del libro merece todos mis elogios por la belleza de la prosa y es el fragmento que termina salvándolo de ser solamente la experiencia burda de unos jóvenes drogadictos al borde del abismo con jeringuillas insertadas en las venas. Eso, creo que no tengo más que decir de mi primera lectura de Ryu Murakami. Ah, me da la impresión de que no volveré a tomar un libro suyo durante algún tiempo. 
El segundo libro, del maestro Stephen King, "Colorado kid", se presenta como un texto, digamos, de aprendizaje (bueno que en realidad todos los textos de King tienen que ver con este asunto de desarrollarse y encontrar posibilidades que antes no se veían) de una joven periodista en un diminuto poblado de Maine. Ahí la joven Stephanie (no sé si soy solo yo pero me llama la atención la obvia lectura de Stephanie, Stephen) comparte su puesto de trabajo como practicante con dos longevos y veteranos periodistas que le explican los pormenores del oficio, a través de un misterio que nunca han podido resolver. Lo que me llamó la atención del libro es que, bueno, finalmente el misterio que se presenta no se resuelve nunca a lo largo del texto, entonces da la sensación y ahora me doy cuenta que así es, es que la novela no es sobre el personaje que le da el nombre al libro "Colorado kid", sino sobre el proceso que Stephanie vive mientras se enfrenta a esta leyenda sin respuesta que le plantean sus tutores. Interesante, y es ahí donde se ve la maestria de King pues logra que una historia parezca cerradita y redondita cuando en realidad es una mancha llena de salpicones para todos lados sin ningún orden. Claro, y ahora que lo pienso es así. La estrategia de la meta historia genera o abre la posibilidad de que una de las dos historias, la historia dentro de la historia en este caso, quede abierta mientras que la historia del libro en sí, la historia primera, digamos, quede redonda y sellada. Inteligente técnica. Bueno, sobre mi punto de vista, debo decir que la historia dentro de la historia, vale decir, el misterio que los dos periodistas longevos le cuentan a Stephanie, no me pareció muy interesante. Debe ser porque las posibilidades de resolverse son miles y solo no se pudo nunca saber qué sucedió con el personaje porque desde que hace su entrada a la narración está muerto y por tanto no puede responder la pregunta fundamental: ¿cuál es el motivo? Este motivo de la historia segunda no queda nunca claro (aunque desde mi visión un poco deformada por ser psicólogo, al igual que Elisa Lam, probablemente le vino un brote psicótico que la mandó al diablo), lo que no significa que no exista. Interesante esa reflexión que nos plantea el maestro: el motivo que da fuerza a las decisiones de los personajes como clave fundamental de cualquier narración... algo así como un On writing novelizado. 
Creo de todas formas que así como hay lecturas que se sugieren a las personas de acuerdo a lo que trabajan, este libro debería leerlo todo estudiante de periodismo, creo que encontraría buenos elementos en él.
Eso. Lo terminé de leer cuando el bus llegaba a Concepción, justo a tiempo para guardarlo en la mochila y venir a teclear estas letras acompañado de mi infaltable copa de vino y mis gatúbelos Ramona y Simón. Buenas noches.