martes, 16 de abril de 2013

Experiments


Se encontraban espiando las rugosidades del árbol de mi   padre cuando el guardabosques los despertó. Abrieron los ojos en el dormitorio de cortina azul, que para esas horas estaba ya violeta por los tenues rayos de sol que la cruzaban. Le preguntó si soñaban lo mismo. Ella respondió si podía ser de otra forma. Me temo que no, respondió él una vez más, dándose vuelta para el rincón intentando ver si en la pared encontraba lo mismo que le había arrebatado el hombre. Ella continuó mirando el techo a medida que oscurecía dentro de la habitación. Al poco rato nos dormimos nuevamente y estiraron las manos para recoger las manzanas maduras.

lunes, 15 de abril de 2013


Caminamos por una colina oscura donde los

 cadáveres se agolpaban a 

nuestros pies.

 Horriblemente desfigurados 

por la explosión,

 descansaban una muerte 

que no era de paz 

sino de dolor machacado 

para siempre sobre 

sus caras sin rostro. Alumbrando con una 

vela, o lo que quedaba de ella, intentando 

sortear los espacios vacíos que tantas manos

 y pies desmembrados quedaron ocupando 

silenciosamente, de pronto sentimos, en la 

noche, que algo se movía al fondo. Un ojo 

rasgado inyectado en sangre se abrió para 

observarnos. Ahí estábamos, Hiroshima nos 

miraba, a tres días ya después del fin.