martes, 25 de octubre de 2022

El curioso incidente del perro a medianoche (MARK HADDON) entremezclado con la propia vida.


De pronto la vida actúa, aparece, emerge en acciones concretas que tú ves y dices, ok, eso es, esto fue, pasará. Y continúas caminando, haciendo tus cosas, desconociendo que las cosas de la vida que emergieron, aún afectan el cursos de los hechos, aunque ni siquiera seas consciente de aquello.

En agosto de este año, falleció un tío mío, nuestro, muy querido. Eran 6 hermanos, de los que salieron muchos sobrinos. Más abajo la contabilidad se pierde. No sé finalmente cuántos primos tendré, pero sé que son muchos y que no los conoceré probablemente durante mi vida. Pero sí todos conocieron a mi tío Freddy. Freddy Saavedra Díaz era el nombre, hermano de mi madre, que murió en agosto.

En ese momento estaba leyendo "EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE" de Mark Haddon. Me refiero no en ese momento sino esos días. Y una tarde de esos días mi madre llama por teléfono avisando que los médicos querían conversar con la familia. Tomé mis cosas y partí a la ciudad a las 3 de la madrugada manejando y aguantando los maullidos de mi gata que tampoco entendía el movimiento a esas horas de la noche. 

"Freddy va a morir", dijo mamá. 

Llegué a la mañana siguiente y como única vez, nadie me recibió con muchas sonrisas. Mi visita por esta vez significaba que la familia se estaba reuniendo para despedir a un miembro que era importante para todos nosotros. Llegaron otros desde otras partes del país, también.

Y ocurrió todo el proceso. 

Mi tío llegó al poco tiempo de regreso a la casa con poca esperanza de vida (2 semanas dijo el médico). Y la familia intentó prepararse para ese tiempo. Duró 2 días. 

Nos quedamos con todo lo que le habíamos comprado para ese tiempo poco determinado que le quedaba. El ensure tenía marcada la única cucharada que se había utilizado. 

Volví a Conce, volví a Santiago, volví a Conce, volví a Santiago. ¿Cómo lo haces? me preguntó un tío. En auto, le respondí. Sí, ¿pero cómo lo haces? No lo sé, dije finalmente.

Lo enterramos. Raro verbo para meter el cajón dentro de una cripta que lo que menos tiene es tierra. Ocurrió el funeral con las canciones de Adamo que nos destrozaban todavía más la poca alma que nos iba quedando. Teníamos sensibilidades a flor de piel. Nos habían despellejado y cualquier brisa nos hacía sentir dolor, particularmente a mi madre.

Regresé a Concepción a los pocos días y creí retomar mis rutinas. Hasta que llegó el momento de tomar el libro. 

Antes de todo esto, haciéndole propaganda, les decía a la gente que el libro era como una especie de abrazo de ingenuidad que me acomodaba en mi cama antes de quedarme dormido. La historia de un niño con autismo determinado a encontrar los asesinos de un perro vecino que transcurre en Swindon, Reino Unido, me sumergía en un universo imaginario que muchos hablaban como un nuevo Forest Gump. Y de hecho así lo sentía, hasta el fallecimiento de mi tío. Luego de esto, la lectura se volvió insípida, poco clara, confusa. La ternura de las páginas iniciales dio paso al hastío de tener que continuarlo. Lo dejé de lado un tiempo. Semanas, meses. Hasta que lo tomé de nuevo y lentamente me fui de nuevo dejando encantar por los hechos de la narración.

Lo terminé, hace no mucho. Y me di cuenta que los hechos de la vida afectan hilos de la nuestra propia que muchas veces no vemos, no sentimos, no comprendemos que existen. Funcionan subterráneamente y si no fuese por el libro, habría pensado que la cosa sigue así no más. Y no es tan así.

El libro me pareció muy entretenido. Muy bien documentado el autor para reflejar la situación de quienes viven alguna afección del espectro autista (¿o será un reflejo de él mismo?). A medida que lees, vas compartiendo las experiencias subjetivas del joven personaje Christopher Boone en su búsqueda por conocer al asesino (que termina siendo... no adivinarán quién... y tampoco adivinarán por qué lo es...!) y luego en su desesperado recorrido por Londres en búsqueda de su madre. 

Muy recomendable el texto para quienes buscan comprender las experiencias de personas con estas condiciones y también para quienes buscan enternecerse con las extravagancias del joven Boone.

jueves, 14 de julio de 2022

CAMANCHACA - Diego Zúñiga

Cuando estaba en el magister en literatura en la UdeC, la última chupá del mate era la autoficción. Ese tipo de escritura que tomaba al escritor como personaje y lo introducía en las historias, dejando al lector siempre en ascuas sobre la veracidad del texto. El procedimiento clásico era mantener las primeras letras del nombre y apellido, un alter ego que terminaba siendo siempre más ego que alter. Alejandro Zambra era el de moda por entonces (¿lo sigue siendo o no?, tengo una amiga francesa que leyó Poeta Chileno y quedó rayando la papa) pero hubo otros antes y claramente vinieron nuevos después. Me atrevo a decir que El texto CAMANCHACA de Diego Zúñiga, corre por esos mismos carriles.
Lo compré por buscalibre porque había escuchado que era de las jóvenes promesas (menores de 40 años) y me gusta acercarme a aquellos textos que están bien clasificados. Claro, alguien podría decir, ¿es evidente, no? (evidente eso de acercarse a textos bien clasificados, que se entienda) Pues sí y no. Está bien clasificado Ulises pero luego de mi acercamiento decidí mi alejamiento jaja. La verdad, hay textos que gozan de mucha fama pero que no cumplen uno de los requisitos indispensables para mí: que entretengan. Aunque sean un rompecabezas gigante pero que entretengan. Vargas Llosa ya lo dijo, la literatura, la lectura, debe hacerte olvidar que hay mundo más allá de la página que estás leyendo. Y eso no pasa con todos. De hecho, no pasa con muchos de los llamados textos de excelente calidad: DeLillo, el último con que viví esa experiencia, pero tampoco me pasó con Faulkner, Woolf [solo en Las Olas], Coloane [encontré horrorosamente escrito Cabo de Hornos] y así muchos otros. 

¿Acaso será posible olvidarse del mundo cuando lees algo que te recuerda constantemente que no estás entendiendo nada?, ¿o será que el masoquismo llega a tal punto que es necesario también algún tipo de autoflagelación intelectual? 

Una vez en clases con el ahora fallecido profesor Juan Zapata Gacitúa, mi profesor guía de tesis del magister, escogí leer un libro de Enrique Lihn para exponerlo a los compañeros. ¡Qué mierda!, no entendí nada. El libro voló para todos lados en mi dormitorio de entonces porque de verdad me frustraba no saber qué diablos quería decir el Sr. Lihn. Mi exposición partió de esa forma: primero, debo aclarar que no entendí casi nada. Y entonces el pequeño profesor se pone de pie y acota: "eso es porque Enrique [de quien el profesor era amigo], escribe solo para unos pocos". ¡Qué mierda!, y ¿para qué entonces esforzarse en tipear si no quieres que la gente te entienda? Para mí, un completo sin sentido que, claramente, le resta calidad a un texto.
Sin más dilación, nada de eso me pasó con el texto de Zúñiga.

Compré CAMANCHACA por lo que comenté arriba. Y lo empecé a leer y me encantó. Me gustan mucho las historias íntimas en que el personaje descubre su mundo interno casi solamente a través de sus acciones. Nada de "hacía esto pensado esto otro", no. Diego nos ofrece un panorama que describe con claridad a los personajes y a sí mismo en esta suerte de viaje autoficcional hacia el norte de Chile. Un joven que a través de la memoria va narrando hechos que configuran quién es la persona que viaja hoy. Temas presentes: una lista de compras que nunca alcanza a completar, un checklist de vida en que la mayoría de los eventos quedaron fuera. Una perrita moribunda, una prima, un tío muerto en circunstancias poco claras. Baja de peso, le dice el Tata a nuestro personaje novelizado que fuera de las páginas también sufre de bastante sobrepeso. Come sano, haz actividad física, cree en Jehová y no toques a tu madre o no permitas al menos que te seduzca. Interesante esta última parte, léanlo (no sé por qué cada cierto tiempo los escritores se obsesionan con el tema del incesto).

El libro está compuesto como pequeños párrafos, algunos más largos que otros, distribuidos a lo largo del texto entero. Si no supiéramos español, de hecho, podríamos pensar que se trata más bien de un texto de poesía, o de pequeñas crónicas, o de ínfimas reflexiones estilo libro Jodorowsky. Pero ni lo uno ni lo otro: se trata de una novela compuesta de esa forma, alternando épocas, escenarios, personajes en antes y después que a pesar de la a veces confusión, termina subyugando al lector frente a la narración de hechos cotidianos que reflejan algo más profundo. Un mapa que alumbra lo interno a partir de los movimientos corporales que sugieren. Somos gordos porque hemos decidido crearnos una coraza de grasa para blindarnos del exterior, dirían los psicodinámicos. 

Buen libro. Quedé con ganas de conocer más la literatura de Zúñiga. Claramente cuando vuelvan a bajar los precios volveré a buscar algún otro título.

SOBRE EL DUELO - Chimamanda Ngozi Adichie

Unas pocas palabras para este breve texto que terminé de leer hace poco. No pensé que se pudiera sufrir de esa forma, menos por la muerte de un padre de 85 años cuyo fin es evidente y esperable. Compré el libro creyéndolo un grueso mamotreto. Me llegó un pequeño folletín con el nombre "SOBRE EL DUELO".
Por un instante pensé que era un libro teórico, que abordaría la experiencia del duelo desde algún planteamiento psicológico o algo así, pero no, equivocado estaba. El libro habla del proceso de duelo que vive la escritora al enterarse de la muerte de su padre, en Nigeria, mientras ella está en Estados Unidos. No es "mientras" en el sentido de que tuviese que volver a su país o algo así. Es un "mientras" que plantea lejanía, residencia lejos de la casa materna/paterna, en época de coronavirus, en época en que no hay posibilidad de volver a casa para despedirse. El libro debería llamarse entonces "SOBRE MI DUELO", o presentarse a partir de un nombre más vinculado a la propia vivencia. 

No había leído a Chimamanda, primer texto suyo, y luego de leerlo, quedé con ganas de más. 

A través de sus páginas, "Sobre el duelo" nos transmite todo el dolor que Chimamanda vivió, un dolor inconmensurable (rara vez se puede ocupar esa palabra que en su propia gigantez de signo lingüístico refleja lo enorme de su significado), inmedible, que la deja sin habla y sin imaginación. No había consuelo posible más que el dormir. No había pésame más adecuado que el silencio. Pensó en sus propios pésames entregados previamente a amigos / familiares / conocidos y le parecían ahora ridículo. "Entiendo lo que sientes" --> ¿lo entiendes?; "está en un lugar mejor" --> ¿lo está?, ¿por qué se fue?

 
El libro repasa el dolor desde el primer golpe hasta el momento de la última página. Última página en que Chimamanda toma conciencia de que ha empezado a hablar del padre en tiempo pasado. En psicología, al momento de aplicar pruebas proyectivas, cuando al evaluado se le muestra una lámina (como una lámina del test de Rorschach) y no halla qué decir, se le califica como "shock a la lámina". Tan potente la desconfiguración de la imagen, que la deja sin palabras, sin ideas. Así, esa última página en que Chimamanda cambia el tiempo verbal, puede leerse a partir del mismo principio. Shock a la idea del pasado presente. Del pasado que se hace presente en la forma de un padre transformado ahora en cadáver.

martes, 5 de julio de 2022

DON DELILLO - El hombre del salto

Cierren los ojos, queridos lectores pensantes. 
Y en esa oscuridad imaginen un sujeto que toma una hoja en blanco y le hace agujeros, algunos más grandes, otros más pequeños. 
Ahora nuestro hombre imaginario extiende ese papel sobre otra hoja de papel y se sienta a escribir la que cree ser la mejor novela de su vida. Escribe, escribe, escribe y cuando ya la ha terminado, levanta orgullosamente el papel agujereado y revisa la escritura que quedó debajo. 
Lleva esos trozos de texto a una editorial, lo publican y con el tiempo aquellos pedazos son calificados como una de las mejores escritas, cautivantes, apasionantes, atrapantes (aquí pueden llenar ustedes con su mente todo ese tipo de calificativos)... novelas de la historia. 
Y es catapultada a la fama. Y recibe el nombre de EL HOMBRE DEL SALTO.
Lo compré porque leí que DeLillo era uno de los preferidos de Paul Auster (que es uno de los preferidos míos). Asumí equivocadamente que alguna congruencia encontraría entre ambos estilos literarios. Pues, ¡qué equivocado estaba! Paul Auster es agua fresca, DeLillo es agua estancada y llena de barro. 

La historia de El hombre del salto parte medianamente bien. Un sujeto caminando desorientado y lleno de polvo por Manhattan luego del atentado de las Torres Gemelas el año 2001. El sujeto lleva un maletín en la mano, un maletín que no es suyo. Así llega a la casa de su ex mujer y comienza el entramado de letras. 

Cada cierto rato es posible notar cierta coherencia en la historia y algo se deja ver. Cuando así ocurre, leemos que Keith, el protagonista, intenta devolver el maletín a su propietaria. Se lo devuelve, vive cerca del Central Park. Lianne, su esposa, dirige un club de escritura para adultos mayores con Alzheimer. Su propia madre tiene esta demencia y por tanto se relaciona más con el novio de ella, un coleccionista de arte siempre ausente. Su marido está siempre ausente también, y juega poker. Entre medio, la narración de uno de los terroristas que con los días se tomará el avión. Todos los que viven, viven por el plan divino de la realización del nuestro, le dice una especie de maestro.
Al fondo de todo, como telón sobre el cual el narrador plantea su creación, un artista desconocido que suele colgarse con arneses en distintos puntos elevados de la ciudad, imitando al tristemente famoso sujeto que cae cabeza abajo de una de las torres gemelas. Si no me equivoco, esa foto ganó un premio, ¿no? Un hombre que cae al abismo con el fondo pintado por las correas de la torre que le antecede. Al final del libro el sujeto muere de causa natural, el personaje, digo, de un ataque al corazón o algo así. 

Por esa foto y por el personaje artista imagino que el libro se llama como se llama. Creo que eso fue todo. Si algún mérito literario tiene, lo escondió muy bien pues para mí la lectura debe ser capaz de transmitir coherencia al tiempo que narración. Y este no logró ninguna de las dos. Parecido fue cuando leí uno de Faulkner (cuando entierran a la mamá que se acaba de morir, ¡ah!, mientras agonizo se llama). No logré enganchar con ese tampoco y lo leí más bien porque Faulkner y Faulkner y bla bla bla. DeLillo, DeLillo y bla bla bla, digo ahora. No sé si han visto alguna vez la película INLAND EMPIRE DE DAVID LYNCH, un espanto de 3 horas inconexas que solo vemos porque quien la filmó es el no menos grandioso Dios Lynch. 

No sé si DeLillo será el dios de alguien, pero será una fe que no profesaré con ningún otro texto suyo. No amén.

lunes, 6 de junio de 2022

ZONA CERO - Gilberto Villarroel

No conocía al autor, pero había visto alguna de las portadas de sus libros que me habían llamado la atención (las de Cthulu con Lord Cochrane). Hasta que un día buscando por Buscalibre me encontré con una tremenda oferta --> ZONA CERO, de Gilberto Villarroel a $3200 pesos. Lo compré obvio. Gran parte de los lamentos por la mala literatura que uno lee después de haber adquirido el libro, pasa porque queda la sensación de haber malgastado el dinero, pero en este caso, con un precio tan bajo, no había posibilidad de sentirme mal en caso de que no me gustara. Y la verdad, la contraportada sonaba muy interesante. 

La historia trata de un periodista que llegando al país a cubrir un campeonato de surf, se topa con un terremoto chileno, de esos grandes y potentes, que rompe la cripta de una criatura contenida en su interior, a través de los siglos en el Cementerio General. Ahí comienza la ecatombe: la gente se convierte en zombie, como en las películas y los infectados comienzan a contagiar a otras más personas que a su vez se vuelven también zombies contagiadores... sí, como en las películas. 

Entonces nuestro protagonista, Gabriel, comienza su aventura literaria de caballero andante para rescatar al amor de su vida, una francesa que lo espera en uno de los edificios (imaginarios), más altos de Santiago, la Torre Valhalla. Para hacerlo, se une a un grupo peculiar: un marine estadounidense, 3 mineros de la octava región del BioBio (ahí se me hinchó el pecho puesto que a pesar de que soy nacido y criado en Santiago, vivo en Conce hace más de una década) y un cura pedófilo cuyo apellido -VACHT- nos recuerda mucho a otro cura recientemente expulsado de la iglesia por conductas incompatibles con la sotana. 

La verdad, el origen de la trama no es novedosa. Es el argumento madre de decenas y decenas de historias de terror tanto en literatura como en cine, sin embargo el plus del libro lo encontramos en el escenario donde esa trama no novedosa se enmarca y la forma en que esa trama no novedosa se adapta a nuestro chilito actual. Tenemos una extraordinaria escasez de historias de terror ambientadas en nuestro país (no puedo... no puedo dejar de nombrar al gran HUGO CORREA) y, el hecho de que autores comiencen a escribirlas, me parece un buen signo, aún cuando el punto de partida provenga de una trama más manoseada que la Geisha Tshilena. Después de todo, mi propia novela (EL CUARTO DE AL LADO), también ejerció prostitución intelectual creativa.

Me imagino que hay que ser chileno para valorar realmente el terror criollo, porque desde mi escritorio en esta mañana de temperaturas bajo cero, puedo escuchar reír al mismísimo Harold Bloom (donde sea que esté enterrado el caballero) cuando hablamos de calidad literaria en relación a este género literario. Entiendo que solo Poe se salvó de sus garras... y Lovecraft. El concepto de calidad literaria es, desde mi punto de vista, a lo menos, discutible. Grandes actuales fueron humildes en su momento (Cervantes, Dickens, Stoker con su Drácula, por nombrar algunos), demostrando así que quien tiene la última palabra no es Bloom ni Todorov, sino solo el tiempo. Los libros, como seres lanzados a la historia, harán su propio recorrido según sean o no leídos y estudiados. Y esto último, además, para rematarla, no solo depende de la calidad literaria del texto sino también de fines políticos (¿o no, Premio Nobel?), pero eso sí que es ya otra historia. Bien es sabido, además, que algunos textos han sobrevivido no por su calidad sino por ser el primero en su tipo, como El Castillo de Otranto, que inaugura la corriente literaria gótica.

Volviéndonos ahora un poco más intrapersonales, podría decir que los libros funcionan como una lámina Rorschach en que es el lector motivado quien reconstruye a partir de su riqueza (o pobreza) intelectual lo que el texto pueda platear. El cerebro es el que está vivo al momento de enfrentarse a una página entintada y por ende es el cerebro el del trabajo intelectual y ya sea A o Z lo que ese cerebro logre extraer de un libro, dependerá en gran parte de ese intelecto. Claro que no pondremos a Shakespeare a ver La rosa de Guadalupe, ¿no?, hay límites, pero lo que quiero decir que el trabajo constructor es en gran parte de quien lee. 

Quizá por eso en términos de lectura también haya estratificaciones sociales. No cualquiera lee a Dostoievski porque se asume que aborda temas que no son del gusto del vulgo, mientras que se denosta a Coelho porque no logra salir de los temas comunes y espacios cliché (novelas que parecen libros de autoayuda, aunque no se metan con Hippie, porque ese me encantó). Quizá por eso las lecturas extravagantes son aquellas que suelen ser mejor evaluadas (¿mejor calidad?), dado que se alejan del gusto de la mayoría tan despreciada por los críticos literarios (que se joda el caballero de barba, dijo Isabel Allende una vez refiriéndose a lo mismo desde sus palabras). Como digo, para mí nunca estará muy definida la separación entre buena y mala literatura. 

Pero volviendo a nuestro objeto de análisis de hoy, sí encuentro elementos que me hacen orientarla hacia uno y otro lado, puntos a favor y puntos en contra, vamos a ver. Como "lo malo" (según dicen, siempre hay que partir las noticias refiriéndose a lo malo, para que lo posterior bueno termine endulzando el desastre previo): Nunca entendí muy bien el rol del cura. No sé qué gran secreto tenía que entregar (¿o quizá no entendí?, no sé) y que finalmente termina soltando el gran empresario encerrado en la torre. Tampoco me quedó tan claro por qué tenían que ser militares gringos los que se hacían cargo de la situación. Tampoco sentí que hiciera mucho sentido que fuera Vlad Tepes el monstruo que queda libre. Claro, alguien me podría decir que tenían que elegir una figura universal para poner en manos de la iglesia la solución. Digamos que si recurrían a la Quintrala (como elemento criollo, digo) o no sé, ¿al Trauco?, no habrían podido recurrir a la figura del Papa. No sé, siento que ese aspecto no terminó cuajando mucho. 

En realidad, uno de los elementos que yo personalmente valoro para referirme a la calidad del texto, es que no queden cabos sueltos. La novela, sea el estilo que sea en que se presente, debe ser un tejido en que no quede punto sin unirse al siguiente. Y en ZONA CERO, sí quedan, aunque afortunadamente sin restarle calidad coreógrafa entretenida (es un dulce de mala forma pero de buen sabor). Cada punto sin unir es punto menos de calidad, aunque en este libro la no unión de pronto es tan sutil que al lector periférico se le pasará por alto. 

Los lectores de Villarroel han de ser sin duda lectores de King. Villarroel mismo debe serlo porque la historia misma se asemeja bastante a algunas de que ha publicado el escritor norteamericano (recordemos Cell). El texto es entretenido. Por lo menos a mí me atrapó desde la primera página y a pesar de que a veces se vuelve un poco remolón, valoro muchísimo el hecho de que la historia se planteara desde nuestro propio país, mostrando nuestra idiosincrasia en los diálogos y en los escenarios por los que transitan los personajes arrancando de los chupasangres.

Como diría el mismo Vlad enfrentándose a nuestro grupo en el trencito del Cerro San Cristóbal, quedé con ganas de más Villarroel ;)

jueves, 12 de mayo de 2022

LEVIATAN - Paul Auster

La vida es muy loca, muy extraña. 
A veces suceden hechos con tal precisión, que pareciera como si hubiese una presencia subterránea tirando de los hilos. Personalmente, yo creo que debe existir alguna presencia trascendental, pero también asumo que no se anda paseando por la calle para que todos lo miren. Por eso, cuando se manifiesta tan abruptamente, para bien o para mal, nos queda la sensación amarga o dulce de que hay una especie de compañía invisible tratando de mostrarnos algo. 

Entre la infinidad de cosas para las cuales sirve la lectura, se encuentra el orden que da al caos en que vivimos diariamente. La vida loca se compone de un montón de hechos, sucesos, acontecimientos que transcurren frente a nosotros sin mayor organización. Somos nosotros quienes los organizamos porque tenemos la necesidad de orden. Leer nos sirve para dar orden a nuestras experiencias y nos permite al final del día decir "ah, ahora comprendo por qué me sucedió esto, o esto otro". Casi como aquel hombre que posteriormente sería santificado por su entrega ciega ante ese infinito misterio (el Padre Hurtado), quien al final de sus días, comprendiendo su cáncer como un regalo divino de Dios, agradecía el haberle dado una enfermedad larga pues le alcanzaría el tiempo para poder despedirse de todos. Ya vemos, quien le encuentra sentido a la experiencia, puede vivir casi todo. Y el libro es un instrumento catalogador de experiencias, es un entregador de sentido. 

Paul Auster sabe de esto último. Su propia escritura le ha servido a él mismo para dar comprensión a hechos que de otra forma solo quedarían tipificados como un gran signo de interrogación. Él mismo así lo ha confesado en sus entrevistas. Paul toma uno de los elementos que más intranquilidad nos ocasiona, el azar (el azar nos produce incertidumbre y, exceptuando los juegos de azar, a los hombres nos incomoda de sobremanera el no saber) y le da un sentido. Toma esa gran masa amorfa negra y la pone al medio de un cuadro de bordes dorados, conteniendo de cierta forma aquello que está destinado a sobrepasarse.

 
Compré Leviatán en enero del 2020, pero como a menudo sucede, lo abro, lo miro (lo huelo, eso siempre) y lo dejo en un estante esperando que las estrellas se alineen. Pues bueno, las estrellas entraron en órbita correcta hace más o menos un mes y medio y decidí tomarlo. El libro me interesó (además de porque es de Auster), porque leí por allí que había sido prohibido durante algún tiempo y, como sabemos, todo lo prohibido ejerce el efecto contrario al que se busca. Finalmente resultó que el libro realmente prohibido fue Leviatán, pero de Thomas Hobbes, jaja, pero bueno, daba lo mismo porque ya habiendo pasado por la pluma del maestro Auster muchas veces, sabía que el texto no podía ser menos que una obra genial, y no me equivoqué. 

Si pudiéramos resumir brevemente la trama en hitos, la cosa iría más o menos así: -Peter Aaron (el narrador protagonista) conoce a Sachs (co protagonista) en una lectura de libros en la ciudad de Nueva York pero nadie llega, culpa de una tormenta de nieve y por ende se quedan conversando. Por Sachs, Aaron conoce a la esposa de Sachs (Fanny), de quien se enamora. Sachs se entera, lo perdona y siguen siendo amigos. Aaron conoce luego a Maria, de quien se enamora y mantienen una relación. Maria, antes de conocer a Aaron, en un proyecto artístico, decide ubicar a las personas anotadas en una agenda telefónica que se encuentra botada en la calle en la ciudad de Nueva York. Al ir a buscar a uno de los nombres de la lista, el primero, se encuentra con una antigua amiga, Lilian, quien le comenta que estaba ahora casada, luego de un pasado tránsfugo de prostituta. La novela continúa, Fanny y Sachs hacen una fiesta y Sachs se cae de un balcón de un edificio en Nueva York, lo que le remueve las ideas y luego de una profunda reflexión, decide terminar su matrimonio con Maria. Pero Sachs no se atreve a decírselo y solo comienza a alejarse... y se aleja tanto que Maria, asumiendo ya que todo se ha ido al traste, conoce a otra persona con quien se encama (un sujeto muy extra en la novela, que no vale la pena ni nombrar). 
Sachs, en esta búsqueda del desapego con su esposa, se va a trabajar al campo en un nuevo libro (Peter lo convence para que trabaje en él) y estando en la cabaña, en un momento de inspiración, se va a caminar a un bosque cercano, donde se pierde y tiene que pasar ahí la noche. Al día siguiente, encuentra un lugareño que le da aventón en su camión, pero cuando avanzaban los 2 por una ruta rural, se encuentran con un hombre estacionado en una orilla del camino. Este hombre en un acto inesperado e inexplicable, mata al buen chico del aventón y Sachs mata al hombre defendiendo al chico. En estado de shock, viéndose el único vivo entre dos muertos, toma las pertenencias del muerto malo y se va del lugar. Entre las pertenencias del sujeto, encuentra su pasaporte. El apellido del ahora difunto es Dimaggio. Además del pasaporte, encuentra una maleta llena de dinero que también se lleva. 
Sachs, desesperado, va a la casa de Maria buscando apoyo moral, pero lo único con lo que se encuentra es su esposa con el hombre/personaje muy extra. Entonces Sachs comprende que todo está quebrado con su esposa (que es lo que él finalmente quería) y va donde María (la artista buscadora de personas de agenda botada). Le cuenta en detalle lo ocurrido y para demostrar que es verdad su historia, le muestra el pasaporte del tipo que acaba de matar. María no cabe en su sorpresa pues se da cuenta que aquel hombre no es ni más ni menos que el esposo de su amiga Lilian (la ex prosti). 
Espantado con esta información y con sentimiento de culpa, Sachs parte al día siguiente a buscar a Lilian -que vivía en California- para darle el dinero de su esposo, a quien él acaba de dar muerte. Como no es una historia real sino un libro, Sachs se encuentra finalmente con Lilian, le cuenta que mató a su esposo (o se lo cuenta Maria por teléfono más bien) y se enamora de ella y ella, por supuesto, de él (sin romance no hay libro, así de simple). 
Pasa el tiempo, ambos terminan y Sachs queda prendado de la historia del hombre a quien mató, el esposo de Lilian. Se empecina en conocer su real identidad (apellido Dimaggio) para escribir un libro, lo que al poco tiempo troca por un acto aún más radical: ha decidido fabricar bombas para derribar símbolos nacionales como modo de crítica. El problema es que como Sachs era solo un aficionado, una bomba explota mientras la armaba, lo que hace que nuestro Sachs salga despedido en miles de pedacitos de carne molida. La cosa es que en uno de los bolsillos de la chaqueta de de Sachs al momento de morir, encuentran la tarjeta de nuestro narrador protagonista -Peter Aaron [ya se dieron cuenta del guiño, ¿no?]- a quien van a interrogar, y entonces el libro parte: "Hace seis días un hombre voló en pedazos al borde de una carretera en el norte de Wisconsin. No hubo testigos, pero al parecer estaba sentado en la hierba junto a su coche aparcado cuando la bomba que estaba fabricando estalló accidentalmente"
Como un buen uróboro, movimiento clásico de Auster, el libro parte por el final y el texto entero es la explicación de los acontecimientos que hacen que la historia se desarrolle de la forma que lo hace, genial (Paul debería recibir el Nobel, yo lo apoyo). 

Leí el libro en menos de un mes. Venía ya con la experiencia de Brooklyn Follies, El palacio de la luna o Trilogía de Nueva York y esperaba algo no menos que aquellos. Y no me defraudó. Auster es el genio del azar, ya hemos dicho, de la intención por mostrar a sus lectores cómo pequeños movimientos en la cadencia de acontecimientos en las vidas de las personas, van estructurando historias por completo distintas a cómo podrían haber sido.
Maria va a buscar al contacto desconocido de una agenda telefónica pero en cambio se encuentra con una de sus mejores amigas de enseñanza primaria. ¡Andá, Iván, por favor, es un libro, no es verdad, no ocurrió así! Exaaactamente, y por eso el libro es grandioso, porque genera la ilusión del "como si..." de forma tan maestra, que realmente piensas que ocurrió de esa manera. Si el concepto de verosimilitud o de pacto ficcional fuera un rompecabezas, créanme que en Auster coincidirían todas las piezas con la delicadeza de un neurocirujano.
Bueno. La vida es muy loca dije al principio. Hace pocos días esperando la micro desde mi trabajo a la casa, un amigo me manda un whatsapp: "¿viste lo que pasó con el hijo de Paul Auster?, me pregunta. No, no tenía idea ni que tuviera un hijo (ok, vale, admiro su prosa pero tampoco soy un stalker de su vida, ok?). Busco rápidamente y dos cosas me llaman la atención: lo guapo que era el hijo, y lo tremendamente horrible de la noticia: Hijo de Paul Auster acusado de homicidio involuntario por la muerte de su pequeña bebé de menos de un año, por sobredosis. Si no sabía que tenía un hijo, menos sabía que era drogadicto, de verdad. Bueno, una pena, le comenté a mi amigo, pero así es la vida, ¿o que no has visto Trainspotting?, acá en el lugar donde trabajo (un centro de salud público) se ven cosas así de feas y peores. 

Seguí mi vida. Seguí leyendo el libro con el gustillo amargo de que algo horriblemente importante estaba pasando en en la vida del autor en ese preciso instante y que, por única vez en la vida, tenía casi absoluta certeza sobre qué ocurría en la mente de este hombre al otro lado del mundo. Estaba de duelo y probablemente su nieta ocupaba todo su cerebro, aquel instrumento que ocupaba para generar sus obras. Paul Auster piensa en su nieta en este preciso momento, medité. En este preciso instante en que yo banalmente espero mi micro para volver a casa. Lo encontré loco. Loco, pero como dije, no tan extraño. 

Bueno, pasaron los días y seguí leyendo. El libro se iba poniendo cada vez mejor y una mañana, mientras esperaba la micro que me llevara hacia el otro lado, o sea, desde mi casa a mi trabajo, busco nuevamente el nombre de Paul para ver en qué iba el asunto y... ¡gran y horrible sorpresa! El hijo de Paul Auster acababa de morir un día antes, por sobredosis de drogas. Wow, esos sí que fue impresionante. Todas las noticias comentaban sobre cómo Paul Auster vivía una de sus mismas historias, sobre como la ficción supera la realidad y todos esos clichés. No se entregaban detalles. No se sabía si había sido un accidente o un suicidio. Las noticias sí aclaraban que cuando encontraron a David, encontraron también mucha más droga alrededor, por lo que pensaban que podría ser un accidental medio centímetro más de presión en esa inyección letal. Nunca lo sabremos en realidad. Algún día quizá Paul explore las posibilidades de la única forma que sabe hacerlo. O quizá sea demasiado doloroso y no lo haga nunca. 

El mismo Paul Auster tuvo una relación entre problemática y ausente con su propio padre, una figura que intenta recrear en "Invención de la soledad". No quiso nunca conocer a mi hijo, parte declarando en ese libro, hablando del mismo hijo que acababa de morir en la vida real, ese hijo que motivó un libro y que no terminaba de enfriarse sobre la plancha metálica de alguna morgue de Nueva York. Ese mismo hijo que motivó con gran probabilidad que el hijo de Peter Aaron (protagonista de Leviatán) se llamase también David (el hijo de Paul Auster se llamaba David Auster). Un hijo clandestino que vivió siempre entre droga y delincuencia. Es mejor no pensar en las habilidades parentales de Auster. Es bien sabido que los genios viven existencias extravagantes porque la norma se le escapa. Me imagino que de lo contrario vivirían mentalmente adoctrinados y no tendrían nada que decir. Es lo que ocurre en este caso y declaro que no tenemos ni una gota de derecho a condenar nada. Cada uno vive sus pesares y lleva a cabo este proceso como puede. 

Solo queda la reflexión sobre nosotros. Nosotros los lectores, que como zombies nos alimentamos del muerto que ha caído y que en vez de expeler sangre y vísceras, suelta historias y tramas más torcidas y más hediondas que la realidad misma. Eso somos finalmente quienes leemos, ¿no? Buitres connotados que cargamos los pesares del escritor ¿Qué alimenta una buena historia? No suele ser la paz del espíritu. Por lo general los escritores que han llegado a los bordes son aquellos que nos han legado el retrato de la vista que se tiene de esos lugares, a través de su prosa. Y uno los lee. Los lee y relee hasta saciarse del cómo se sentiría vivir así. Paul está en esa. Paul está sufriendo en carne abierta el dolor que solo había examinado a través de sus personajes. ¿Podrá esta vez reconstruir el sentido de un acto suicida que le permita tender el puente entre el dolor y la sanación? No lo sé. Y esta vez creo que el cliché del tiempo sí funciona. Solo las horas lo dirán. David Auster, descansa en paz. Paul Auster, cercano conocido que no tienes la menor idea de este lector que te admira desde el cono sur, te deseo paz.

jueves, 5 de mayo de 2022

EL HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO - Eddie Jaku

Llegó el libro a mis manos la navidad del año pasado, del 2021. No recuerdo si me lo regaló mi hermana o mi mamá, lo que en realidad da lo mismo porque a ambas les había entrado el bicho "anti..." y en este caso era el bicho anti Holocausto el que las había contagiado. Querían conocer más del tema. Los libros que desfilaron esos días de fin de año por la mesa del comedor de mi hermana, compartían todos la misma temática: el tatuador de Auschwitz, el fotógrafo de Auschwitz, la Stasi, ya me entienden. Me parecía haber visto el libro que tenía ahora entre manos después de sacarlo con cuidado del papel de regalo. Sí, sin duda lo había visto en alguna publicación de Buscalibre sin darle mayor importancia. Pasaba de largo, así que recibirlo en papel fue una grata sorpresa. Ahora que podía investigarlo con más detalle, noté que era un libro que se planteaba desde lo positivo, o sea, no desde lo irreal de una pseudo felicidad maníaca (como La vida es bella), sino desde la felicidad de las pequeñas cosas que aún en los peores momentos es posible encontrar. Vaya que es importante rescatar aquello, ¿no? Después de todo, tarde o temprano todos vivimos nuestros Auschwitz personales ya sea en la privacidad de nuestra casa o llorando en el baño de oficina. Me tincó mucho.
La historia la escribe Eddie Jaku en primera persona: un alemán común, con una vida común, orgulloso de sus raíces germánicas, pero de escasa comprensión sobre lo que significaba ser judío... claro, esto hasta que Hitler toma el poder. Entonces la cosa cambia. Aquel fonema inocuo pasa a ser infección y quienes lo portan, están destinadas a ser aplastados en los numerosos campos de concentración. Así, Jaku comienza a ser perseguidos junto a su familia por sus mismos compatriotas (este elemento lo nombra varias veces en la obra, vale decir, ¡cómo los mismos que antes eran nuestros amigos y vecinos hoy son los que nos quieren ver muertos!) y son forzados a abandonar sus casas para recluirse en distintos lugares de trabajo ("ARBEIT MACHT FREI" --> El trabajo te hará libre, firma "tío Auschwitz"). Eddie reflexiona muchas veces en el libro que hasta aquel momento no sabía lo que significaba ser judío, más allá que una serie de costumbres familiares heredables por el lado materno. ¡Por ser judíos nos matan!, piensa, y a lo largo del texto busca explicaciones sin encontrar ninguna otra más que maldad y locura. Con paz reflexiona posteriormente "no odio al alemán que no me abrió la puerta de su casa puesto que no lo hizo porque tenía miedo... no odio tampoco a Hitler, porque eso me reduciría a su nivel, simplemente intento buscar una causa y la causa que encuentro es locura. No lo odio pero tampoco lo perdono, por los miles de hermanos muertos en razón de una causa estúpida".
Hay muchos textos sobre el Holocausto y también hay muchas novelas que se atreven a plantear desde la ficción los horrores de esta época. He leído algunos (por ejemplo Jorge Semprun en La escritura o la vida) pero la mayoría de las veces siento realmente que la narración se crea desde la distancia. Distancia que es comprensible si consideramos que probablemente el escritor que tipea en sus noches de insomnio, no quiere caer en un coma emocional, pero que precisamente por ello, resta conexión con el lector (ya sabemos de sobra que a Stephen King se le ama porque los personajes son de carne y hueso, lloran y van al baño). En El hombre más feliz del mundo sucede totalmente lo contrario. Eddie comienza su historia refiriéndose al lector como un amigo y es desde ahí que quiere mostrar a este amigo las experiencias vividas, con el único fin de hacer ver que es posible encontrar esperanza en el infierno. Jaku genera un inmediato vínculo en el lector porque a pesar de que vivió lo peor del ser humano, vive ya por fin cómodamente y desde esa justa comodidad puede recordar su juventud sin odio sino más bien con gratitud. El libro transmite cercanía en cada página, aún en aquellas en que nuestro protagonista estuvo a punto de desfallecer por cansancio, por frío, por hambre, pero que gracias a la esperanza de los pequeños gestos, pudo mantenerse en pie. El libro nos acerca a Eddie, y es por eso que una vez que lo terminamos, quedamos con la sensación de un pequeño duelo. Sabemos que no tendremos nada más del autor y es imposible no preguntarse, ¿cuántas cosas más quedaron en el tintero que no aparecieron en su historia? Una infinidad. Eddie vivió años perseguido durante la segunda guerra mundial, época gigante de vida que comprime en un poco menos de 200 páginas. Eddie permanece en el recuerdo de sus lectores mucho después de haber cerrado el libro porque además de haber escrito un texto sobre los horrores del hombre en la segunda guerra mundial, escribió, por sobre todo, un manual de supervivencia emocional en que la esperanza fue el puntal que lo mantuvo a flote. La esperanza y por supuesto, la amistad.
Eddie murió poco tiempo después de la publicación del libro. Murió a los 101 años en el país que le abrió las puertas y que le permitió vivir en libertad: Australia. Entiendo que recibió un funeral de estado por las contribuciones que realizó en beneficio de la experiencia judía durante el Holocausto, ya en el país donde pudo hacer familia. El hombre más feliz del mundo es un muy buen libro. Se pierde al amigo Eddie, siempre sonriente, no solo al terminar la lectura sino también al saber que ya no está con nosotros, en este mundo. Descansa Eddie, que sin conocerte te conocí y sin escucharte, aprendí de ti. Danke schön.

martes, 29 de marzo de 2022

Despachos del fin del mundo - ALBERTO FUGUET

Uno de los problemas que tengo al leer libros tipo "corriente de pensamiento" como los de la Virginia Woolf, es que no puedo seguir las ideas, me desconcentro totalmente y no logro ni aproximarme de lo que la narración busca transmitir. Para mí termina siendo una lectura sin rumbo y no hay experiencia lectora peor que aquella. 

Sin ser ese tipo de escritura de la que vengo a hablar hoy, sí debo reconocer que me generó algo similar. Y sospecho que esa fue una de las razones por las cuales el libro de Fuguet no me enganchó. El mismo autor reconoce al principio que él no escribe diarios, diarios de vida, y por lo tanto los lectores asumimos, entendemos, que el ejercicio que él busca en esta publicación es justamente hacer como si... como si fuese un diario, una especie de diario, un texto de ideas, pedazos, trazos de memorias, trasladadas a letras, etc. y que justamente por ello, no busca ni logra transmitir una cohesión, salvo en determinados fragmentos. 

Hay partes del libro en que leemos al Fuguet de Mala Onda, ya sobre los 50 años, en fiestas boomer (nueva palabra aprendida hace poco, lo reconozco), mientras que en otros textos vemos ya al Fuguet que se ha encumbrado estos últimos años: un comentarista de películas, un puente vinculante entre experiencias de vida y la banda sonora que armonizó esas vivencias con las canciones y películas del momento. La verdad, y para decirlo bien, todos los libros de Fuguet que no son novelas ni narrativa, terminan siendo un único libro cuyas páginas han sido editadas con distintos nombres y con algunas variaciones en formato (véase "Las películas de mi vida", "VHS", "Apuntes autistas", entre otros). Películas, años 70, 80, Donna Summer, jóvenes perdidos, generación perdida y de ahí en adelante. Me entienden, ¿no? Pienso, ahora que releo esto, que a Fuguet le falta un libro del SIDA, en cualquier formato, crónica, novela, cuentos, apuntes. Eso sí sería genial.

El libro me costó mucho seguirlo, como que eso quedó claro, ¿no? Trata (¿de qué trata?) en un primer momento sobre las reflexiones de un entumecido Fuguet ante la invasión extraterrestre que tanta gracia le causó y cuya principal corresponsal fue doña Cecilia Morel. Ahí, el estallido social, lo que significó, las injusticias sociales, los cacerolazos, las por primera vez multitudes hechas de pequeños granitos de arena pero que juntas podían derribar imperios, las juntas con jóvenes indeterminadas en esta maraña de realidades ficcionadas. 

Luego, en un segundo momento, de lleno al encierro. Lo que significó la pandemia, la dificultad de imaginarse el futuro, la imposibilidad de vivir un presente, la añoranza de un pasado feliz que no valoró en su su momento ¿no lo valoró él o habla por todos? Y después, diría yo, como bonus track, el plebiscito. Me parece que el libro lo editó antes de saber que ganaría el apruebo y tendríamos a tía Pikachu y al Pelao Vade definiendo nuestros futuros. Son como los ejes de Fuguet, en en todo caso. Pero todos pintados con distintos colores a distintas velocidades, demasiado cortos para poder formar una estructura y demasiado rápido para entenderlo.

Creo que no leeré mucho más de Fuguet a menos que sea narrativa. Porque, la verdad, sus primeros libros los encontré fascinantes. Yo era un fanático de Fuguet, de ese fantasma que vagaba por avenida Kennedy alumbrando con su exquisita mala onda la fealdad de nuestra alta sociedad. Long live Mala Onda!... pero los últimos, incluso en narrativa, a ratos, uff, ¿cómo decirlo? Quizá valga la pena compararlo: un globo que inflo, inflo e inflo simplemente porque es lo que he hecho siempre pero no porque tenga aire que meterle: excesiva divagación. 

Amé SUDOR en un 60%. La historia, o la idea de la historia, me encantó. Me encantó imaginármela, me encantó que metiera personajes previos como Pablo Honey (radiohead), ese fresh-azo que se pegó como un Matías Vicuña actual, ese movimiento, Pablo Honey ya mayor y alejado de tanto boche, que se junta con el protagonista de Sudor. En fin, eso me pareció estupendo. 

Pero creo que divagó demasiado. Y no es que me esté saliendo lo limítrofe. Una historia relativamente breve la transformó en un mamotreto de 400 y tantas páginas que durante gran parte estuve a punto de soltar. Fuguet es un maestro últimamente del vilo entre el sí y el no... y cuando como lector has ya decidido que no seguirás, te queda tan poco que terminas diciendo que sí y te lo lees entero. Reconozco que muchas veces ese final hace que la lectura entera haya valido la pena. Pero a veces no. 

Ay, Fuguet de antes, te extraño. Extraño esas frases cortas y contundentes que cortaban el aire. Pero entiendo que todos todos todos estamos sometidos al tiempo y lo que antes nos despertaba un grito ahora solo nos hace subir una ceja. Proceso de maduración, quizá. 

Despachos del fin del mundo pensé que era mejor, me lo compré con harto entusiasmo pero a poco leerlo queda claro que tal como Fuguet lo dice, fue un libro escrito para él. Y por tanto, no hay nada de qué culparlo. Fue un libro escrito para él y hay que reconocer lo harto que se nota.

lunes, 28 de febrero de 2022

LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES - Michel Houellebecq (Güelbec)

"La desgracia solo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, 
lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad"


Al tipear el nombre del autor en Google, aparecen 2 cosas: una definición concisa de la biografía del sujeto y, además, una serie de noticias relacionadas con sus distintas posiciones intelectuales (al parecer nunca desprovistas de cierta polémica). Si nos vamos a Wikipedia, leeremos que Houellebecq además de escritor, es poeta y ensayista. Nada extraño. Aclaro esto último porque el libro Las partículas elementales -el primer texto que leo del autor gracias a la recomendación de Nelly, una amiga francesa- transita constantemente entre lo narrativo y lo enciclopédico (de verdad que me pregunto por la asesoría del autor al tratar temas como la división celular para explicar por qué los labios vaginales comienzan a soltarse con la edad al perder colágeno), entregando una serie de datos y reflexiones casi a título personal, que de cierta forma va enmarcando el radio de acción de los personajes, o sea, como les explico a mis estudiantes de teoría sistémica: les va dando un piso, los va contextualizando. Luego nos daremos cuenta que esto en realidad está vinculado con los distintos narradores de la obra.

A pesar de esta contextualización enciclopédica que el autor entrega a sus personajes, queda poco claro cuál es el hilo conductor de la narración en general.

El libro se presenta como la historia de 2 hermanos, Bruno y Michel que si leen ustedes la contraportada, queda planteada así:

"la novela narra el improbable nudo que unirá los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biología, especie de monje científico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y solo pasea para ir al supermercado; y Bruno, también cuarentón, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografía, misógino, racista, un virtuoso del resentimiento..." 

¿Cuál es el improbable nudo? Según mi parecer, el fallecimiento de la madre. Una mujer que en su juventud entregó a sus crías a sus respectivas abuelas para mandarse a cambiar a una comunidad naturista en California sin la responsabilidad de la maternidad. Como suele pasar, al momento de la muerte, la hembra vuelve al terruño para encontrar su fin y es ahí donde los dos hermanos hacen un alto a sus respectivas historias de sin sentido y vuelven a verse frente a frente para acompañar a la madre en ese momento.

Michel, biólogo, en investigaciones sobre cómo la reproducción sexual termina por debilitar a los hombres y a la humanidad, y Bruno, sujeto enamorado de la masturbación y de las mujeres. Mientras escribo esto, queda clara la conexión entre ambos, más claro que cuando se lee. 

Ambos, pasando la mitad del libro, se juntan para despedir a la anciana madre (luego de una larga exploración de sus miserables vidas) que nunca conocieron más que por las historias que su abuela les contaba de quien los parió. Bruno la insulta, Michel calla. Bruno está enojado con la vida porque su pareja, aquella mujer ninfómana que le hizo conocer el amor a través del sexo desprejuiciado, acaba de morir y con ella, muere también la tregua que la vida le dio a Bruno en su infelicidad y pérdida de sentido. Michel calla. Michel se pregunta hasta cuándo soportar el show del hermano con el que no desea compartir y al que no desea volver a ver. Bruno se hospitaliza voluntariamente en una clínica psiquiátrica y Michel, ay Michel. Michel conoce también algo parecido al amor. Michel conoció a Annabelle y se hicieron pareja. Con el tiempo terminaron la relación pero años después, al momento en que Michel asiste a la exhumación de los restos de su abuela para la reubicación, se re encuentra con Annabelle, y con ella, el amor. Conviven, viven, se aman por segunda vez (o lo que Michel siente como más parecido al sentimiento) hasta que un día Annabelle le diagnostican cáncer de útero. Y a los pocos meses, metástasis. Esa noche, a las 3 de la mañana, Annabelle se levanta, en la cocina se mete todos los somníferos que puede y queda en coma. Dura pocos días más y muere. Con ella, también muere lo poco vivo que le quedaba a Michel. Desesperado, se vuelca a sus investigaciones. Se va a vivir a Irlanda y ahí desaparece. Su cuerpo nunca fue encontrado. 


Bruno, según parece, queda recluido en un hospital psiquiátrico, aunque el texto no lo aclara. Gracias a los fármacos vivió una vida sin el yugo de la prisión sexual. Se idiotizó. 

El libro es un repaso del sinsentido que viven los personajes y de cómo el amor, lo único que los hizo respirar, fue el elemento que les permitió alguna cuota de bienestar. Pero como suele ocurrir en las novelas, el amor no dura para siempre y cuando muere (por cáncer una, por suicidio la otra), la muerte arrastra también a los quedan en vida. Condenados a caminar por la tierra (como Caín), Bruno y Michel se reencuentran en la muerte de la madre. 

Michel, candidato eterno al Premio Nobel, tiene en mente una forma alcanzable para que los humanos no sufran más, a través de la genética :

"no se trataba de reproducir la especie humana hasta en sus menores características, sino de crear una nueva especie racional y que acabar con la sexualidad como modo de reproducción no significaba en absoluto acabar con el placer sexual [...] la creación del primer ser, el primer representante de una nueva especie inteligente creada por el hombre a su imagen y semejanza, tuvo lugar el 27 de marzo de 2029, justo veinte años después de la desaparición de Michel Djerzinski..."

Si alguien se pregunta por el símil con Aldous Huxley y su libro "Un mundo feliz", pues no está equivocado. El mismo Houellebecq se encarga de darle harta reflexión a este texto por parte de Bruno, profesor de literatura, manoseando el argumento que, no es feo decirlo, constituye en parte el germen que permite una lectura de Las partículas elementales. En el libro francés, la nacimiento a través de la sexualidad es el problema.

¿Quién narra la historia? Temazo, y medio desconocido.

Hay un prólogo, que no es de la mano del escritor (de donde vendría un narrador habitual). Hay un narrador que habla sobre la vida del personaje Michel Djerzinski a modo de prólogo, que adelantándose varias décadas a la Bruja Blair, a lo más falso documental, se posiciona como un investigador (Hubczejak) que está intentando reconstruir la vida del científico (Djerzinski). Luego, al final, en el epílogo, hay otro sujeto, otro narrador, que nos habla de Hubczejak investigando a Djerzinski. 

¿Quién es este segundo narrador?, un personaje invisible, un sujeto que escribe desde una época posterior al nacimiento de este primer hijo de hombre no humano, ocurrido en 2029, con las modificaciones genéticas propuestas por Djerzinski, un sujeto que termina siendo el primer hijo no humano de la humanidad: "quedan algunos humanos de la antigua raza, sobre todo en las regiones sometidas durante mucho tiempo a la influencia de las doctrinas religiosas tradicionales. Sin embargo su tasa de reproducción disminuye todos los años y su extinción parece inevitable." 



El narrador final, por tanto termina siendo un investigador de esta nueva raza surgida de los humanos, desprovisto de procreación sexual, y que mira con nostalgia a la especie que los posibilitó: "más allá del ámbito histórico estricto, la ambición última de esta obra es saludar a esa especie infortunada y valerosa que nos creó. Esa especie dolorosa y mezquina, apenas diferente del mono que sin embargo tenía tantas aspiraciones nobles [...] esa especie torturada y belicosa, que sin embargo no dejó nunca de creer en el amor"

Estamos por tanto, frente a un libro de ciencia ficción a la más pura tradición de Julio Verne. Y cuando comprendemos esto entendemos también las razones de por qué nuestro narrador presenta con tanta acuciosidad las explicaciones biológicas sobre asexualidad necesaria del hombre y del nacimiento de una nueva raza. 

La habilidad quizá la encontramos en el hecho de que un solo epílogo basta para que las 200 y tantas páginas previas cambien de rumbo y sean vistas ahora no como una novela simplemente sino como la historia de quien pudo generar una alteración en la linealidad de la historia que el autor llama mutación metafíscia. Michel Djerzinski, al tiempo que es Dios creador, termina siendo también aquel castigador que se arrepiente de su creación y la condena a la muerte. 

Interesante el giro del libro al hacerlo desaparecer. No lo encontraron porque creen que se arrojó a las aguas, pero el hecho de que su cuerpo desaparezca le da un aire etéreo a divinidad.

Me demoré poco en leer el libro. No me había acercado nunca a un libro de estas características. Debo reconocer eso sí que quienes no tengan mucho conocimiento en terminología filosófica de cierto nivel (positivismo, ontología, epistemología, racionalismo, Deleuze, Foucault, entre otros) se le hará inclusom más difícil que a mí seguir ciertos fragmentos.

Pasé un buen rato con el libro, pero no es una lectura fácil. Es entretenido sí, pero luego de terminarlo, hay que intentar observarlo desde lo alto para ver toda su imagen como un todo. Difícil pero ejercicio necesario.

miércoles, 23 de febrero de 2022

VIVIR BIEN LA VIDA - J. K. Rowling

Debo confesar que no he leído ningún libro de Harry Potter. Tampoco he visto las películas, aunque cuando estoy haciendo aseo y encuentro una en el cable, la dejo como para sonido de ambiente. Mi abuela de 86 años es una fan vitalicia de la saga desde hace mucho tiempo y a pesar de que una vez me prestó uno de los libros de la autora, lo dejé a las pocas páginas de comenzar la lectura. Es que simplemente hay cosas que de repente no enganchan, y creo que algo de eso me sucede con la Rowling. A pesar de esto, había una oferta tan buena el otro día en BUSCALIBRE (portal del que yo soy fan) de uno de sus libros, que me costó poco decidirme y lo compré. El libro se llama VIVIR BIEN LA VIDA y tiene como pequeño resumen la siguiente declaración: los beneficios inesperados del fracaso y la importancia de la imaginación. Me tincó. El tema de la imaginación y creatividad me fascinan, cómo, de dónde, por qué surge, es una pregunta en que la mayoría de las respuestas son como polen para el abejorro que soy yo. 

Demoró poco en llegar y yo tenía prontamente un viaje a otra ciudad, así que sería la compañía perfecta. Abrí la caja. Un libro pequeñito. Abrí el libro, y bueno, bien. La historia, que en realidad no es historia sino discurso, se trataba de la charla que Rowling daría a estudiantes de Harvard en su día de graduación. Se preguntaba la autora, ¿Cómo lo haré para que algo recuerden estos jóvenes sobre lo que esta autora ultra mega famosa les vino a hablar?, y la respuesta es el discurso que es el libro. 

Rowling aborda distintos elementos en su disertación: cómo el fracaso económico la llevó a dedicarse a lo que más amaba en la vida (escribir) y por tanto, cómo ese período de mala racha le permitió desarrollarse como la autora que es hoy, ultra mega millonaria, hay que decirlo, y ultra famosa. Creo que eso fue lo que más me quedó del texto: cómo el fracaso posibilita alternativas si lo enfrentas de la mejor forma posible. Ella misma dice ahí (y esto también me quedó dando vueltas) que, muy probablemente, si hubiese sido exitosa en su vida pre Potter, la historia del mago hubiese quedado en el tintero y nada más. Esto me recuerda a una astrónoma de la NASA que declaraba abiertamente que ella estaba fascinada con las equivocaciones, porque eran la única forma de avanzar en el conocimiento. Y creo que tiene razón. 

Sobre la imaginación, en realidad no habló casi nada. Declaró, evidentemente que es algo importante, ejemplificó cómo lo fue para ella (Harry Potter, etc.) pero sinceramente esperaba un poco más de profundidad sobre este tópico. Uno dice, obvio que es importante, pero no queda claro por qué. Para mí es importante por mis razones personales, pero quería escuchar las explicaciones de ella. Y más allá de la historia de un joven africano a la que le habían dado muerte a la madre por considerarlo a él un desertor mientras ella trabajaba en Amnistía Internacional de Londres, no hubo mayor explicación. Y esa explicación ni graficó tampoco sobre la imaginación.

El libro está escrito como... no sé. Ha de tener algún nombre este tipo de libros, por el formato me refiero (como pueden ver en las fotografías que les adjunto aquí) pero no sé cómo se llaman. Le llamaré libro estilo Juan Salvador Gaviota. Pues bien, el texto está escrito al estilo Juan Salvador Gaviota y por eso, asumo, fue posible componer un libro a partir de un discurso que, en realidad, no pasaría de 5 páginas en Word interlineado simple tamaño 12 en Times New Roman. No es una crítica, ya les he dicho que los dibujos del libro están bien bonitos. Solo constato hechos a partir de mi mirada subjetiva jeje (¡resucita Maturana!).

¿Sobre el mensaje?, pues bien. 

Al menos reafirma lo que todos los que hemos vivido ya algo de tiempo, probablemente sabemos: puede haber luz al final del túnel, y no es necesario morir (al menos no biológicamente) para verla.

Kind regards :)

martes, 15 de febrero de 2022

Retratos de sus Hijos, cuentos de lo extraño, GEORGE R. R. MARTIN

Hace tanto que no escribía por aquí y ahora leyendo las entradas anteriores me doy cuenta de que me es super necesario. Me es necesario porque de esa forma recuerdo los textos anteriores y la opinión que inevitablemente se va esfumando con el tiempo. ¿De qué se trató ese libro?, ¿en serio que lo leí?, no lo recuerdo, es el diálogo que hay que evitar. 
La última entrada escrita por estos lados fue el año 2018 de un libro que no me gustó mucho. Claramente desde esa fecha hasta hoy ha pasado mucha lectura bajo el puente, lectura que no he registrado aquí y que por esa razón me interesa hoy rescatarla. Creo que a medida que pase el tiempo y que mi apretada agenda me lo permita, jeje, iré subiendo opiniones y breves reseñas de los que leí pero no cayeron en este blog. Hoy, sin embargo, quiero hablarles de otro texto, no de los que iré reseñando a lo largo de los días, sino de uno que terminé ayer: RETRATOS DE SUS HIJOS, cuentos de lo extraño, por GEORGE R. R. MARTIN (el de Juego de Tronos). 
El libro lo recibí como regalo de navidad en diciembre del 2021. No recuerdo muy bien si me lo regaló mi hermana o mi madre, pero me entusiasmó. Había leído otro previamente de Martin, uno de terror, que francamente me había parecido extraño pero interesante. Un terror retorcido, distinto, muy distinto al de Stephen King pero casi tan igual de bueno. 
El texto de hoy estaba organizado de la misma forma, un conjunto de 9 cuentos de los cuales quisiera decir algunas palabras:

RETRATOS DE SUS HIJOS: Relato que da nombre al libro y que narra la historia de un escritor que misteriosamente comienza a recibir pinturas de algunos de sus personajes. Cada día nuevo, al recibir un nuevo retrato, el personaje hace aparición en su casa por la noche, con consecuencias más o menos inesperadas.
Fue uno de los buenos relatos. Me gustó. No es precisamente el mar de creatividad, porque otros ya se han planteado situaciones similares (¿han visto "Más extraño que la ficción"?), pero vale la pena leerlo por los giros novedosos que va dando a la historia. 
Siempre me ha gustado hablar de las narraciones como un tejido. Un tejido en el que ningún punto debe quedar suelto y aun cuando el primero pareciera haberse extraviado, con la estocada del último queda todo anudado: perfección. No sé si este relato sea perfecto pero sí fue muy entretenido, especialmente por la añadidura de la hija.

HORA DE CERRAR: Fue el que más me gustó. No sé si es por mi espíritu creepy o porque no pude dejar de imaginarme en esa sucia cafetería. ¿De qué trata?, de un objeto que te convierte en lo que más tienes cerca. El problema es cuando lo que más cerca tienes es un auto con el nombre de la estrella más grande del universo. ¿Resultado?: apocalipsis. Como les decía, me gustó mucho. Simple, claro, sin distorsiones innecesarias, todo lo que se valora en una buena narración.

LOS CORREDORES: También me gustó mucho este texto. Me recordó a Blade Runner o al Fugitivo de Stephen King. El cuento trata de un sujeto que se acerca a nuestro personaje en una cafetería para que le diga por qué o quiénes lo persiguen. Nuestro personaje es un tele psiquiatra o algo así que con solo verte detecta los hechos que te rodean. El sujeto le responde lo que el perseguido quiere saber, y ambos se dan cuenta que los persecutores están cerca. El perseguido sale corriendo y el tele psiquiatra se acerca a los persecutores para preguntarles por qué siguen a su consultante. La respuesta te sorprenderá (Spoiler: él mismo los había contratado -sin recordarlo en el presente, claramente- para darle más emoción a su vida). Muy estilo Vengador del futuro. Leí por ahí que este cuento era de los peores del libro pero para mí, muy por el contrario, fue el que ayudó a salvar la antología. Aunque es creativo, no queda tan claro quién empezó con el robo de ideas. Si bien en la contra portada se habla del estilo kafkiano del texto, o también dickiniano (¿así se llamarán los textos cuya influencia de Philip Dick es evidente?), me quedó la duda quién robó a quien el estilo. Por lo menos sabemos que nadie se la robó a Kafka, jeje.

RECUERDOS DE MELODY: Tengo la impresión de que en este cuento empezamos a decaer. La historia parte muy bien, con esa limpieza narrativa que adoro: claro, al grano, usual, una mañana de cualquiera de nosotros mientras nos afeitamos y un golpe en la puerta: el pasado llega de visita a la casa con intenciones claramente retorcidas. El pasado es una vieja amiga (Melody), esa amiga cacho (problemática, en chileno) de la que no quieres ni acordarte, una perfecta limítrofe, y de la que lo único que quieres es que vuelva a salir de tu vida cuando ha aparecido nuevamente. Todo bien hasta que llegamos al final. No es problema que quede abierto, hay finales abiertos que son más hermosos que un ramo de flores, el problema es que no termina de cuajar. Eso del tejido cuyo último punto quedaba bien anudado con el primero, no ocurre aquí, lo siento George.

ASEDIO: Si el cuento anterior estaba con un pie sobre la vereda de la calidad, y el otro pie en la calle de la desesperanza narrativa, aquí nos lanzamos de lleno a la piscina. Cuento muy difícil de seguir, forzado, excesivamente maquillado, poco claro, borroso. Trata, por lo que alcancé a entender, de un grupo de personas dedicadas a detectar puntos cruciales en la historia universal que hicieron que la humanidad avanzara para mal (Hitler, etc.). El objetivo de esto es insertarse en la mente de los protagonistas de estos nudos históricos para cambiar sus acciones, del futuro al pasado. Suena a idea prometedora, ¿no?, pues sí, pero George le metió tanto condimento que terminó siendo algo intragable. De los que menos me gustaron. 

EL DRAGÓN DE HIELO: Aquí medio que levemente repuntamos. Hija del frío con su amigo el dragón de hielo. Tío, soldado en guerra a cargo del batallón de dragones escupe fuego. Tropas desiguales, el enemigo con mucha más artillería de dragones que el bando protagonista. Guerra, dragones más, dragones menos, mientras la niña espera que el dragón de hielo, indomable por naturaleza pero que con ella hacía una excepción, aparezca. Y aparece. Y se la lleva del campo bélico, pero una llamada de su padre le pide volver. Y le pide al dragón que vuelva, y el dragón vuelve (mal ahí) y muere aniquilado por las llamas de un dragón de fuego. La niña vive feliz con su familia por el resto de los días y deja de ser una hija del frío para ser ahora más bien una hija de la carne. Ríe, llora, bueno, hace todo lo que hacen las niñas normales.
Ni fu ni fa. Si no es Tolkien, sospecho que no se me hace cómodo leer historias de dragones. 
No es tan malo como asedio pero tampoco llega a ser bueno.

LAS CANCIONES SOLITARIAS DE LAREN DORR: Idea con potencial pero que al igual que Asedio, queda demasiado aliñada. La historia trata de una mujer que viaja entre dimensiones buscando a su amado, encontrando en cada uno de estos mundos, guardianes que la van entorpeciendo. En esta última dimensión se topa con Laren Dorr, un sujeto extraviado en la soledad, que le ofrece quedarse con él en su castillo. Firme a su convicción, la mujer (¿era realmente una mujer o era un ser femenino?) decide avanzar y no es hasta cuando está cruzando el Séptimo Sello, que se da cuenta que quien la quiso engatusar, fue ni más ni menos que el guardián de la dimensión intentando detenerla. Ese giro narrativo final termina por salvar un texto que estaba destinado a la tumba. No me gustó, pero por ese out of the sudden, se salva... un poco.

EN LAS TIERRAS PROMETIDAS: Tuve que hacer memoria para recordar de qué trataba el relato. Pues bien, el texto nos habla de una especie de hechicera que a nadie rechaza y que a todos les da lo que quieren, pero que todos, sin excepción, al obtener lo deseado, quedan infelices. Parece un argumento como para hablar en una clase de lógica, ¿no?, interesante. Y el texto no es malo, solo que demasiado, nuevamente, aliñado (sí, sí, quizás es solo que a mí no logra convencerme el estilo George Martin, pero no es algo que me haya pasado en los cuentos de terror que les comenté previamente). Un día llega a la brujilda un joven a pedirle que le venda el don de transformación y luego, enseguida, le compra su silencio. La hechicera deGrys hace sus cosillas, se va a un viaje, se mete con un joven acompañante que luego se transforma en hombre lobo, en ese momento lo mata y desuella y le trae la piel al comprador. Por un movimiento que no entendí, la bruja no le otorga su silencio pero la narración no lograr explicar cómo sigue (se la saca con un "te daré lo que quieres") y finalmente la historia termina como que más o menos en un desenlace. Puaj.

UNA NOCHE EN LA CASA DEL LAGO: Para finalizar, no podía ser con menos que con la epifanía de todos los horrores narrativos de George Martin. Escenario: algo así como La Guerra de las Galaxias en que todos los monstruos deformes extraterrestres (¿eso eran, no?) se juntan en un pub o restaurante para tomar, beber y hacer transacciones. El escenario es como ese pero escrito y dirigido por George Martin: incomprensible. Vientos, terrenos verdes, descripción de mundos imposibles, difíciles, nombres incognoscibles y no memorizables hacen de este último relato una experiencia no cómoda ni entretenida de leer.
El texto trata de estos seres que llegan a esta cabaña en un lago. Todos quieren anguila pero no hay anguila, solo hay pastel de carne medio rancio. Llega un mago super hiper mega poderoso que no es del todo malo y que por eso le perdona la vida al dueño del local al ofrecer en el menú comida que no tiene. Además de este mago poderoso, estas otras criaturas se juntan en una mesa a jugar como Monopoly versión George Martin, invitan al mago, que se queda un rato pero luego se aburre y se va a la pieza. Lo sigue una prosti del universo Martin. Al llegar, el mago la mata y deja su cadáver como guardia en su dormitorio. Luego de esto, los jugadores de la mesa por alguna razón van a buscar al mago, quien, si no me equivoco, muere y es uno de los jugadores quien lo toma como cuerpo y se va de la posada en este nuevo traje. 
Al escribirlo aquí, no suena tan mal, pero al leerlo, fue un horror. No me gustó. Encontré nuevamente una sobrecarga excesiva al lector, un vómito de escenarios que restan pulcritud al texto. 

En conclusión, la antología me pareció con texto muy buenos, claros y pulidos, mientras que otros dejaban harto que desear. Uno siempre habla desde sí mismo cuando evalúa un texto. No es fácil poder distanciarse y decir, sí, el texto es bueno, soy yo el que no lo logro apreciar, y por esta razón no daré esa falsa humildad y diré lisa y llanamente que los textos míticos no eran tan buenos como esperaba. El libro no es el mejor como para empezar con Martin. De hacerlo, corres el riesgo de no querer volver a tomarlo nunca más. 
Bueno, esa es mi ofrenda para este humilde blog. 
Me alegro haber vuelto a pesar de la nula cantidad de visitantes. La verdad es que escribo esto más para mí, pero si a alguien le sirve o le entretiene, bienvenido sea. Y si alguien quiere dejar algún comentario en buena onda, mucho mejor.