jueves, 9 de noviembre de 2017

De "FIN DE GUARDIA" - Stephen King

Vale, Stephen King es un dios y no me avergüenza reconocerlo. Lo admiro como escritor y pienso que es un excelente narrador. Como a muchos, me animó a mí y a cientos a encontrar verdadero placer en las letras a través de sus narraciones. A pesar de lo que le enrostren los críticos como Harold Bloom, quien en una desafortunada acción califica su literatura como basura, lo que realmente importa en la lectura es que abra espacio a la reflexión, y si la reflexión la encontramos a partir de elementos sobrenaturales, elementos fantásticos, elementos cotidianos y terroríficos, pues bienvenida sea.
 
Hoy comento el fin de la trilogía de Bill Hodges y Brady Hartsfield, que comienza con Mr. Mercedes, pasa por Finders Keepers (mal traducida por Quien Pierde Paga) y termina con Fin de Guardia. En esta última novela se encuentran nuevamente Bill Hodges y Brady, su eterno archi enemigo, su guasón, su rival, para poner fin a la competencia entre el bien y el mal. Recordemos que Brady ha quedado en estado vegetal en la primera novela cuando Holly Gibney, el robin de Batman, podríamos decir, le ha pegado en la cabeza al psicópatico muchacho y le ha dejado el cerebro frito (como dirían los personajes). Sin embargo en la segunda novela veíamos resurgir desde las cenizas las pocas brasas que no quedaron completamente apagadas y en esta tercera narración, aquellos pedazos de carbón moribundo que cobran fuerza e inician nuevo fuego. Brady, esta vez, ayudado por un medicamento experimental, desarrolla una serie de poderes cerebrales que le permiten inicialmente la habilidad de la telekinesis (mover cosas con la mente). Este tema le fascina a Stephen King, hay de decirlo, así comienza su carrera, con Carrie, y la retoma en esta nueva novela, las capacidades no exploradas de la mente. Pero Brady, obviamente, no se queda solamente en el control de objetos sino que al poco tiempo descubre que a través de dispositivos electrónicos, es capaz de una especie de telekinesis mental, vale decir, que puede entrar y "mover" las mentes de otras personas. De mesta manera comienza a organizar un plan macabro, cobrar venganza de todas las adolescentes que no pudo acribillar en el concierto de 'Round Here, por el porrazo que le dio Holly y que casi le vuela la cabeza. De esta manera Billy Hodges comienza la nueva carrera por impedir que el malévolo Brady se salga con las suyas, solo que ahora, afectado por un cáncer de páncreas avanzado, ya no tiene ni mínimamente la energía que antes le permitió enfrentar a su archi enemigo.


Resultado de imagen para fin de guardiaLa novela me gustó mucho pero no me fascinó como sí lo hicieron las dos anteriores, que eran completamente policiales. Quizás el aspecto paranormal y poco probable de la telekinesis, en este caso, le redujo un poco el mérito porque me distanciaba de la realidad. Una pequeña ampolleta en la mente de los lectores nos dice que a pesar de que la historia esté estructurada de manera perfecta, no es posible creernos algo así. Y ese no creernos algo así, nos aleja un poco de la verosimilitud, elemento tan esencial para una buena narración. Dejando de lado ese aspecto, la historia es muy buena, muy entretenida y emotiva, muy humana, vaya que sí. King logra encajar magistralmente todas las piezas que va presentando de poco a poco, de tal manera que al final de la historia contemplamos la maquinaria total, con todos sus engranajes, funcionando sincronizadamente sin ningún cabo suelto. Una melodía casi perfecta.
Hubo un aspecto que me llamó la atención. En la primera página de la novela King dedica el libro a Thomas Harris (recordemos, el creador de la también trilogía (ahora caigo en cuenta) del Dr. Lecter: El silencio de los corderos, El dragón rojo y Hannibal). Debo decir que cuando leí a Harris, hace ya algunos años, quedé también impresionado por la congruencia de los hechos que le dan calidad a cualquier novela policial o detectivesca. Me puse a pensar en qué elementos de la narrativa de Harris se habrá fijado King, como para dedicarle el libro. Y no fue dificil encontrarlo: el momento casi solemne en que Hodges toma el teléfono de Fredi y contesta sin saber que al otro lado se encontraba Brady. Esta escena nos recuerda el momento en que Hannibal contesta el teléfono del inspecto Rinaldo Pazzi, ya atado y próximo a morir, para encontrarse ahí, casi face to face con su amada rival: Clarice Starling. El segundo momento que nos recuerda a las novelas de Harris, es cuando Starling encuentra por su propia cuenta la casa de Jame Gumb y éste, algunos minutos después, la persigue por la casa a oscuras sin que ella lo vea, utilizando un visor nocturno. No describiré la escena en la novela de King que nos recuerda esta secuencia, deben leerla y encontrarla por ustedes mismos, jeje.
En fin. La novela recuerda mucho la maestría de King para mover las emociones de sus lectores. La terminé de leer anoche y quedé insomne durante un buen rato sin poder pegar ojo. Recuerda en ese sentido el trabajo magistral de La Milla Verde (The Green Mile) y lo emocional que nos pusimos todos al leerla.

Fin de Guardia constituye un muy buen trabajo, y se transforma en el punto perfecto, el broche de oro, por así decirlo, para cerrar la saga de Hodges y Holly. Solo me queda una interrogante. Si ambos protagonistas dejan el mundo casi al mismo tiempo, ¿seguirán batallando allá, al otro lado de la realidad, uno comandando las huestes celestes mientras el otro las del inframundo? Ahí te va una idea, maestro King! :)

De "La luz en casa de los demás" - Chiara Gamberale



Resultado de imagen para la luz en casa de los demasHago un alto en la lectura de Fin de Guardia de Stephen King para no romper esta meta que me he propuesto: decir algunas palabras de cada libro que lea. Hoy le toca el turno a “La luz en casa de los demás” de la italiana Chiara Gamberale.

El libro trata de Mandorla, una niña que a sus cortos años queda huérfana (la mamá se mata en un accidente en moto) y, por la petición de la propia madre, debe ser cuidada por los mismos vecinos del edificio que ella administraba. ¿La razón? Pues porque entre los hombres que viven ahí –todos emparejados y con sus respectivas familias, hay que decirlo- vive también el padre de la niña. En una reunión extraordinaria del comité de vecinos, deciden que entre todas las familias se harán cargo de la niña, esto principalmente para evitar conocer el nombre del padre, y destruir el hogar que éste probablemente conforma. 

De esta manera Mandorla transitará por cada departamento al cuidado de cada grupo, vivenciando las diversas maneras de ser familia, haciéndose amigos de algunos y enamorándose de otros a medida que crece.

El libro me gustó, pero la verdad no tanto. Esa manera que tiene en un comienzo para divagar a través de la escritura me anduvo perdiendo por varias páginas y ya finalmente me rendía con tratar de seguirle el ritmo. Como a mitad de libro comprendí que lo que se proponía, probablemente, era recrear la misma “cadencia” de pensamientos que vivía Mandorla en sus diversas edades. Pensamiento infantil de niña, y ya más estructurado de adolescente. En varios momentos estuve a punto de dejarlo pero como he dicho antes, me animó la idea de que otros libros han deparado agradables sorpresas cuando vencemos los primeros escollos. Como digo, me gustó pero no tanto. A ratos el libro se vuelve muy emotivo y certero cuando reflexiona sobre el amor y cómo este sentimiento logra unir hasta a los sujetos más diversos. Creo que me quedo con eso del texto. Con esas breves pero ricas enseñanzas.


De "El guardián invisible" - Dolores Redondo



Resultado de imagen para el guardian invisibleNo sé por qué he demorado tanto en empezar a escribir esta reseña. Quizás no sabía cómo iniciarla, qué palabras ocupar o cuál era la percepción que había dejado el libro en mí, después de algunas semanas de terminarlo. Mi amiga Dafna me obligó a leerlo. Utilizó un argumento retórico para que lo comenzara y adujo el precio del libro como motivo más que suficiente para que debiese mostrarme interesado: “Si supieras cuando me costó”, me dijo. La verdad, me lo había regalado hace ya algunos meses y no lograba entender que mi ritmo de lectura fuese distinto al orden en que recibo los libros (comprados o regalados). El asunto es que lo comencé a leer y a pesar de que estuve a punto de dejarlo varias veces, continué solo por compromiso. Me había pasado previamente con otros libros que a pesar de querer abandonar la lectura, los continué y fueron algunos de los mejores que he leído. Si éste era uno de ésos, no quería perderme la oportunidad de apreciarlo. Con esa esperanza seguí leyendo. Al cabo de algunas páginas esa esperanza se hizo realidad y luego continué página a página expectante por conocer qué venía en los capítulos siguientes.

La novela se ambienta en el Valle de Baztán, España, donde ocurren una serie de horribles asesinatos de mujeres adolescentes. Todas las víctimas han sido encontradas al borde de un río, con el pubis afeitado y con un dulce típico de la zona (txantxigorri) sobre  los genitales. Amaia Salazar comienza a investigar el caso y al poco tiempo la asignan como detective jefe, hecho que despierta recelo en algunos de sus compañeros de trabajo. La policía debe trasladarse entonces hasta el lugar donde han ocurrido las muertes, que corresponde también al lugar donde vive toda su familia y desde donde siempre ha querido escapar.  La novela explora ambos ejes: la vida familiar y profesional de la detective. Familiarmente se encuentra marcada por un pasado negro lleno de dolor cuya figura central radica en la madre de la policía: una mujer desquiciada que se atraviesa en la novela como figura fantasmal que va y viene constantemente. Profesionalmente el personaje debe enfrentarse a las críticas constantes de algunos miembros de su equipo. Amaia no sabe qué hacer ante la imposibilidad de encontrar a un asesino que se le escapa de las manos y que parece burlarse de todos cosechando más y más víctimas. Las pistas solo parecen llevar a lugares sin destino que se pierden en un horizonte a la vez mítico y a la vez real. Solo cuando las esperanzas están perdidas, el Basajaun, una especie de Pie Grande protector de los bosques, se deja ver para mostrar a Amaia que a pesar de lo extraviada que pueda estar, existen fuerzas que van más allá de su comprensión que la protegen.

La novela es parte de una trilogía. El guardián invisible, la primera de las tres entregas, recuerda bastante a Heridas abiertas de Gillian Flynn, solo que esta vez no es una periodista la que debe abrir sus heridas al volver a su casa de infancia, sino nuestra policía Amaia Salazar. 

A pesar de que la novela a ratos parece entrar en excesivos detalles con respecto a las relaciones familiares de la protagonista –digo excesivos porque en un comienzo no se ve con claridad el vínculo entre su trabajo y su vida familiar-, luego de la mitad del libro comprendemos que gran parte de los hechos presentados se justifican en aras de la investigación que el personaje lleva a cabo. Es decir, no son relaciones que la autora presente sin razón. Este vínculo tardío pero presente resulta importante puesto que siempre una historia debe justificar la aparición de sus actos, escenas, interacciones, para contribuir de alguna forma a la narración que propone. De lo contrario la ficción parece falsa, trunca, y el lector pierde el norte con respecto a lo planteado. Da la sensación de que el trabajo no ha sido lo suficientemente pulido.

Con respecto a esto último, quizá si pudiera hacerse alguna crítica a la novela, ésta tendría que ver con lo dicho, vale decir, que el vínculo entre lo laboral y lo familiar no queda claro hasta que ya vamos terminando la narración. Otro aspecto que queda sin atar pero que asumimos como material para las otras partes de la trilogía, es la presencia de estos seres mitológicos que caminan tras bambalinas durante la narración: el Basajaun y una especie de hada que se le aparece a Amaia en uno de los cerros cuando va de excursión.

La lectura fue interesante y finalmente entretenida. Sin embargo creo que pasará algún tiempo hasta que tome algo nuevo de esta autora.


viernes, 1 de septiembre de 2017

De MÁS ALLÁ DEL INVIERNO - Isabel Allende


Hoy quiero comentarles mi primera experiencia como lector de Isabel Allende, la escritora chilena acusada por todo el establishment literario de ser una novelista light. Acabo de terminar la lectura de Más allá del invierno y la verdad es que quedé fascinado. A pesar de que hace algún tiempo me había rendido con ella porque todos sus textos me cansaban y al final terminaba dejándolos de lado, decidí adquirir una copia de Más allá del invierno porque me agradó el diseño de la portada (sí, nuevamente el poder de la mercadotecnia) y el breve resumen de la historia: "A raíz de una tremenda tormenta de nieve en Nueva York, Isabel Allende nos presenta a tres personajes que se hallan en el invierno de su vida, una atrevida mujer chilena, una joven guatemalteca indocumentada y un cauteloso profesor universitario. Pero todos ellos, unidos por una dramática aventura, descubrirán su fuerza interior y el verano invencible que llevan en el alma". Adoro el invierno y leer una novela que transcurriera en una tormenta de nieve me parecía lo más cálido que pudiese encontrar… algo paradójico. Lo vi primero en BUSCALIBRE y luego, un día cuando fui de compras al supermercado, me lo topé y ya no pude resistirme. Desembolsé el dinero (harto más caro que en Buscalibre, pero así es la compulsión de los compradores de libros de vez en cuando) y me lo llevé a casa para comenzar a leerlo de inmediato.

La novela presenta la historia de varios personajes pero todos anclados en la vida de tres: Lucía Maraz, Evelyn y Richard. La protagonista es Lucía, una profesora chilena que asiste como visitante a la Universidad de Nueva York y que se hospeda durante ese tiempo en la casa de un colega: el rutinario profesor Richard. Un día de tormenta en que los noticiarios no dejan de pedir a los neoyorkinos que no salgan de sus casas a menos que sea estrictamente necesario, la rutina inquebrantable de Richard se altera y debe salir apresuradamente para llevar a su gata envenenada a una clínica veterinaria. En el camino de regreso sufre un percance que modificará su vida por siempre: las ruedas de su auto se resbalan en el hielo y choca por detrás a otro automóvil. La pequeña mujer que conduce es Evelyn, una indocumentada guatemalteca  que termina llegando a la casa del profesor. Richard, sin saber muy bien qué hacer, le pide a Lucía que lo ayude con la frágil latinoamericana que se presenta sin dar razones en aparente estado de shock: no habla, no se comunica, solo llora. Los tres entonces se ven en una encrucijada de la que no sabrán en un comienzo cómo salir: Evelyn, la pequeña guatemalteca, trae un cadáver en el maletero de su auto.

A partir de entonces comienzan a preguntarse cuál es la mejor manera de ayudar a esta joven y deciden emprender un viaje para deshacerse del cuerpo. La novela es la historia de ese viaje, que a medida que avanza permite a los tres irse conociendo poco a poco, con el caudal de experiencias terribles que los han ido tranformando en las personas dañadas que son en el presente. La novela, en este sentido, es una historia de superación, que permite al lector ser testigo de los procesos a través de los cuales se cultiva la resiliencia y la capacidad de salir adelante. Si los tres están vivos luego de vivir situaciones que a otros habrían matado, es porque los tres encuentran en diversos elementos la fortaleza suficiente para poder sobrevivir.

MÁS ALLÁ DEL INVIERNO plantea la idea de que a pesar de que la vida puede volverse horrible, siempre detrás de las nubes aparece el sol. Idea manoseada, cierto, algo cliché, también, pero que nos reconforta y agrada. Si leemos a Isabel Allende, debemos hacerlo a sabiendas que sus historias nos demuestran que por lo menos en la vida ficticia puede haber claridad luego de lo oscuro, aunque en la vida real el asunto sea un poco distinto y contemos con un caudal de escritores que así lo demuestran. Ante la pregunta de ¿por qué la lee todo el mundo?, pues porque son esas las narraciones que alcanzan un público masivo, historias en que sabemos que habrá esperanza y no apocalipsis, donde lo enrevesado de la vida finalmente escogerá un final feliz. Desde mi punto de vista esto no tiene nada de malo y no lo hace tampoco menos profundo.

El libro me gustó mucho, me entretuvo y lo recomiendo para sobrellevar esos momentos de la vida en que necesitamos encontrar un espacio donde poder descansar y guarecernos de lo arduo de la existencia. Como dice el también chileno Camilo Marks: “básicamente, hay dos maneras de leer a Isabel Allende. La primera consiste en escudriñar los defectos de sus libros, exponerlos con lujo de detalles y enviarla a los quintos infiernos con una inapelable, satisfecha, fundada sentencia condenatoria. La segunda, parte de la premisa de que es legítimo pasar un buen rato leyendo sus narraciones, puesto que son entretenidas, no cuesta dejarse atrapar por ellas y poseen mérito que atraen al público masivo o a lectores más exigentes. Entre ambos extremos se ve difícil encontrar un término medio: hay quienes siempre la odiarán, en tanto otros se fascinarán ante cada nuevo título suyo”. 

Yo opto definitivamente por la segunda opción.



lunes, 14 de agosto de 2017

Neuróti@s - Constanza Michelson



Hoy vengo a comentar este libro, que me llegó hace poco por BUSCALIBRE. Qué buena página esa, me encanta. Todo llega a su tiempo y en excelente estado. Bueno,  a lo que voy. De pronto sucede que una portada te llama la atención y no solo eso, sino que la empiezas a ver en cada anuncio. Quizá sea el trabajo de los llamados “cookies”, saber qué pinchas, qué te interesa y empezar a ofrecerte propaganda sobre artículos relacionados. Algo así me imagino que pasó con este libro porque de pronto lo empecé a ver en todos lados, como una lluvia de “Neuróticos” diciéndome “¡cómprame, cómprame!”, así que lo compré. 

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El libro de Michelson
 
¡Sorpresa!, la autora del libro, Constanza Michelson, era una colega que había estudiado en mi misma universidad, la UDP (Universidad Diego Portales). Me cayó simpática. Empecé a leerlo. Al principio todo bien. La psicóloga presenta el concepto de la neurosis y lo propone como método de lectura de ciertas prácticas sociales. Según ella, la neurosis como concepto trabajado por Freud, permite entender por qué actuamos como actuamos, a partir del deseo de ser amados y aceptados por el resto; vale decir, Michelson presenta a la neurosis no como un mal a evitar, sino como un mal necesario que nos lleva hacia el deseo de actuar para encajar en una cultura particular. Ahora bien, se pregunta la autora, ¿qué sucede cuando no podemos determinar qué tanto de lo que hacemos, lo hacemos porque  al resto le resulta deseable y no a nosotros? Surge el concepto de “la cultura” como la cocina que va cambiando de composición química los deseos pulsionales para cocinarlos, para transformarlos en otra cosa: ya no somos puramente deseo desbocado únicamente YO, somos pulsión y deseo cocinados por el lento proceso de transformarnos en sujetos culturales. ¿Hasta dónde hacemos lo que hacemos porque en realidad queremos hacerlo o porque es socialmente bien visto? Esa es la cuestión: “para la histeria (una de los tipos de neurosis presentados junto a lo obsesivo) nadie está a la altura, ésta es la neurosis de la decepción e insatisfacción crónica, porque para la posición histérica no hay otro que alcance el lugar de ese Otro soñado con mayúscula” (pp.31) pero el obsesivo “sigue manteniendo la fe en su búsqueda de un lugar que se vuelve imposible: al Otro de la mayúscula no se llega jamás”. Vemos que en ambos casos la neurosis nos imposibilita la llegada al paraíso, en un caso porque al llegar a él nos damos cuenta que no es tal, y en el otro polo porque nunca somos lo suficientemente buenos para poder alcanzarlo. A partir de estas dos variables la psicóloga lleva a cabo un análisis de las relaciones humanas, desde lo político, citando numerosas veces a Donald Trump, hasta las relaciones de pareja, pasando por las relaciones de padre hijo (donde expone sabiamente lo que significa tener “al Papá” en vez de “mi papá” o “tu papá”), etc.

El libro no me pareció de tan fácil lectura y desafortunadamente en el canal de YouTube de la editorial Planeta la única pregunta que quedó en el aire fue la concerniente al tipo de público para el cual estaba escrito el texto. Simplemente quería corroborar mis sospechas: el libro no está escrito para un público masivo. Exige concentración y capacidad para unir ideas y gestos humorísticos que no son tan obvios. Por tanto, cada cierto tiempo da vuelta la pregunta primera: ¿estamos entendiendo la lectura o no? Quedan muchos párrafos no totalmente comprendidos también en parte porque Michelson escamotea en poner ejemplos. Los ejemplos no son lo suyo, las formulaciones teóricas sí. 

Michelson plantea una interesante reflexión a modo de apología de la neurosis: el único lugar que no llega a verse afectado por el deseo del otro, es el lugar del psicópata. El psicópata es el único al que no le importa el deseo del otro y por tanto las relaciones que establece con la sociedad son meramente instrumentalizadas, ocurren solo por su propio beneficio. De esos hay varios, y todos los conocemos.

Me gustó el libro. Sin embargo a ratos la lectura se hace confusa a falta de más ejemplos (ejemplos hay pero creo que no los suficientes). Sirve para alumbrar una de las experiencias que suceden hoy en día en torno a las relaciones interpersonales y cómo nos paramos en esta sociedad: lo que hago, ¿lo hago porque realmente quiero hacerlo o porque el otro espera que lo haga yo?


jueves, 20 de julio de 2017

SUDOR - Alberto Fuget


Me encanta Fuguet. Me encanta su literatura, su escritura y la manera en que recrea las realidades de sus personajes. Creo que he leído casi toda su obra, salvo por Todo no es suficiente. Por eso cuando supe que venía su nueva novela, Sudor, quise adquirirla de inmediato. Por desgracia los precios estaban por las nubes y no pude comprarla. Sin embargo demoró poco en llegar a la Biblioteca Pública, así que apenas la vi, la tomé y llevé a casa para comenzar a leerla. 

La novela trataba de Alfredo, un editor homosexual que prepara el lanzamiento de un libro de fotografías publicado por la editorial Alfaguara. El evento es apoteósico, descomunal, para el autor visitante que tiene fama de leyenda literaria: el mexicano (¿mexicano era?) Rafael Restrepo Carvajal, escritor octogenario,  acompañado de su hijo veinteañero, Rafael Restrepo Santos. (Si Fuguet hubiera introducido toda la acción en un solo día, se habría convertido en nuestro Virginio Woolf criollo).

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Como suerte de embajador cultural, una vez en Chile, el escritor padre se dedica a recorrer lugares de su juventud, el Palacio Falabella, sede de la actual Municipalidad de Providencia, y a tomarse fotografías y firmar autógrafos acompañado de su hijo Rafael. Sin embargo el joven está aburrido y cansado de lo protocolar del asunto. Sabe que la intención de su padre por hacer un trabajo en conjunto tuvo que vermás más con estrechar lazos, que reconocer su arte o su poesía. Intenta dejarse llevar. Sin embargo Rafael quiere divertirse, quiere pasarlo bien, así que decide pedirle a su padre, como suerte de rey, que le otorgue el permiso de zafarse de tanta cita en compañía de nuestro protagonista. Alfredo lo duda en un primer momento. Sabe que no es su trabajo ser cuidador del muchacho, pero se ha sentido innegablemente atraído por ese joven dañado. Sabe también que puede ser conveniente generar vínculos con alguien tan importante. ¿Usted acepta?, le pregunta el viejo rey. Sí, declara Alfredo súbdito. Acepto.

Alfredo y Rafael comienzan su aventura. Ambos enganchan. Alfredo es un gay adicto al hueveo capitalino, deseoso de buscar nuevos cuerpos y sudores. Sin embargo, a sus 41 años comienza ya a darse cuenta que no todo en la vida es sexo. Con un pasado marcado (marcado, manchado) por un ex, apodado “el Factor Julián”, Alfredo engancha con las rarezas de este nuevo personaje, el poeta hemofílico, que no puede derramar sangre por temor a morirse. Rafael Restrepo Santos aparece como un sujeto fragmentado y contradictorio, extravagante, que transforma en literatura las penurias obscenas de una vida llena de lujos. Es extraño. Pero detrás de esa extrañeza se esconde la fragilidad. El histrionismo lo cubre todo y se mezcla con drogas, deseos y desenfreno. Salen, bailan, fuman y las luces lo cubren todo hasta el descontrol. Alfredo de a poco se convierte en su amor, en su partner y el encantamiento se apodera de ambos. ¿Será éste?, ¿serás tú?, se pregunta solo él, nuestro editor. Qué pena, le responde el mexicano cuando verbaliza su inquietud, cuando usted me vaya a ver no le voy a abrir la puerta, porque estaré con otro. Lo sabe, ¿no? El vacío con que ha quedado después de años de camas desconocidas le hace creer que debe existir algo más profundo que el solo placer sexual. Las páginas avanzan rápido y el engranaje novelesco comienza a tensarse. Aparece de pronto un tercero que distorsiona todo y la presión de la lectura se eleva. La olla aguanta pero poco falta para que se rompa. Finalmente estalla, y nos deja a nosotros, los lectores con la boca en el suelo y el alma en un hilo. ¿Qué diablos ha sucedido? He ahí la gracia de la narración.

La novela resulta una montaña rusa con un laaaargo y plano comienzo. Debo reconocer que en un principio sentí que el libro no era lo que esperaba. La historia me parecía poco estructurada, como un chaleco a medio terminar, carente de cuidado en la edición (aunque sé que algunos me dirán que ése es precisamente el estilo buscado) y a ratos demasiado cuento homopornográfico explícito sin mucho norte. 

En varios momentos pensé abandonar la lectura porque no me sentía identificado para nada con los eventos descritos (salvo que el protagonista es de Conce, aunque yo no soy de Conce pero vivo en esa ciudad). Sin embargo, me mantuve fiel dado que con anterioridad me había sucedido algo similar con APUNTES AUTISTAS, otro libro (no novela) de Fuguet en que después de terminarlo, agradecí no haber desechado. Por eso continué y reconozco que fue la decisión acertada. La narración, en un comienzo tediosa e inconexa, empieza a encajar, a hervir, a cuajar, poco antes de que Alfredo conozca a Rafael hijo. Las páginas avanzan rápido y terminan en una conjunción de elementos afilados y cortantes. El final es formidable y demuestra la pericia del escritor. Los lectores nos quedamos sorprendidos, anonadados, atontados, sin poder parar hasta que la última página nos lleva a un rotundo “FIN”, luego de la cual nos recostamos mirando el techo preguntándonos “¡¿pero cómo?!”.  Efectivamente, “¡¿pero cómo?!”.

No sé si decir que Fuguet demuestra madurez en su texto. La estructura narrativa, la arquitectura que sostiene la historia (arquitectura narrativa según Vargas Llosa), se aleja de lo tradicional, pues alterna un mismo personaje en primera y tercera persona. No estoy muy de acuerdo con esas alternancias o quizá no logro comprenderlas del todo. Da la sensación de un manuscrito con poco pulido, pero es la onda que se usa actualmente, esto de lo posmoderno y de lo autoficcional, que da la sensación de estar leyendo crónicas o memorias en vez de una novela. Me lo creí así, tanto que al terminar el libro me dirigí a Google para buscar los nombres de los dos escritores. Con sorpresa me di cuenta que no eran reales. Me habría gustado que lo fueran, para ver si los modelos coincidían con lo que desfilaba al interior de mi cabeza. Eran personajes inventados. El autor ya no es el jovenzuelo que escribió Mala Onda, cierto. Es capaz de dar coherencia a 500 páginas y mezclar personajes de otros libros suyos. Da la casualidad que hace poco había leído AEROPUERTOS (la reseña está más abajo). Pablo Honey viene de esa novela, otro personaje dañado (Fuguet adora a los personajes dañados de alcurnia, tipo Matías Vicuña o Pablo Honey) que aparece nuevamente en SUDOR. Esa mezcla, ese guiño narrativo siempre resulta entretenido y nos hace pensar en esa idea (nada nuevo, por cierto, no lo he pensado yo) de que las obras de un autor refieren a menudo a un mismo universo. Pablo Honey aparece como amigo, contacto, divo inspirador del poeta hemofílico y alcanza a desaparecer antes de que todo vuele por los aires. Alfredo lo ve e interactúa con él. Entretenido. 

La novela al principio me aburrió pero luego me conquistó y terminó por enamorarme. A quienes sean seguidores de la obra de Fuguet les diría que le den una oportunidad y continúen la lectura, a pesar de que los primeros dos cuartos del texto parezcan a ratos insufribles. El texto mejora y vaya que lo hace.