Hoy vengo a comentar
este libro, que me llegó hace poco por BUSCALIBRE. Qué buena página esa, me
encanta. Todo llega a su tiempo y en excelente estado. Bueno, a lo que voy. De pronto sucede que una
portada te llama la atención y no solo eso, sino que la empiezas a ver en cada
anuncio. Quizá sea el trabajo de los llamados “cookies”, saber qué pinchas, qué
te interesa y empezar a ofrecerte propaganda sobre artículos relacionados. Algo
así me imagino que pasó con este libro porque de pronto lo empecé a ver en
todos lados, como una lluvia de “Neuróticos” diciéndome “¡cómprame, cómprame!”,
así que lo compré.
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El libro de Michelson |
¡Sorpresa!, la autora
del libro, Constanza Michelson, era una colega que había estudiado en mi misma
universidad, la UDP (Universidad Diego Portales). Me cayó simpática. Empecé a
leerlo. Al principio todo bien. La psicóloga presenta el concepto de la
neurosis y lo propone como método de lectura de ciertas prácticas sociales.
Según ella, la neurosis como concepto trabajado por Freud, permite entender por
qué actuamos como actuamos, a partir del deseo de ser amados y aceptados por el
resto; vale decir, Michelson presenta a la neurosis no como un mal a evitar,
sino como un mal necesario que nos lleva hacia el deseo de actuar para encajar en una cultura particular. Ahora
bien, se pregunta la autora, ¿qué sucede cuando no podemos determinar qué tanto
de lo que hacemos, lo hacemos porque al
resto le resulta deseable y no a nosotros? Surge el concepto de “la cultura”
como la cocina que va cambiando de composición química los deseos pulsionales
para cocinarlos, para transformarlos en otra cosa: ya no somos puramente deseo desbocado únicamente YO, somos pulsión y deseo cocinados por el lento proceso
de transformarnos en sujetos culturales. ¿Hasta dónde hacemos lo que hacemos
porque en realidad queremos hacerlo o porque es socialmente bien visto? Esa es
la cuestión: “para la histeria (una
de los tipos de neurosis presentados junto a lo obsesivo) nadie está a la altura, ésta es la neurosis de la decepción e
insatisfacción crónica, porque para la posición histérica no hay otro que
alcance el lugar de ese Otro soñado con mayúscula” (pp.31) pero el obsesivo
“sigue manteniendo la fe en su búsqueda
de un lugar que se vuelve imposible: al Otro de la mayúscula no se llega
jamás”. Vemos que en ambos casos la neurosis nos imposibilita la llegada al
paraíso, en un caso porque al llegar a él nos damos cuenta que no es tal, y en
el otro polo porque nunca somos lo suficientemente buenos para poder
alcanzarlo. A partir de estas dos variables la psicóloga lleva a cabo un análisis de las relaciones humanas, desde lo político, citando numerosas veces
a Donald Trump, hasta las relaciones de pareja, pasando por las relaciones de
padre hijo (donde expone sabiamente lo que significa tener “al Papá” en vez de
“mi papá” o “tu papá”), etc.
El libro no me pareció
de tan fácil lectura y desafortunadamente en el canal de YouTube de la
editorial Planeta la única pregunta que quedó en el aire fue la concerniente al
tipo de público para el cual estaba escrito el texto. Simplemente quería
corroborar mis sospechas: el libro no está escrito para un público masivo.
Exige concentración y capacidad para unir ideas y gestos humorísticos que no
son tan obvios. Por tanto, cada cierto tiempo da vuelta la pregunta primera: ¿estamos entendiendo la lectura o no?
Quedan muchos párrafos no totalmente comprendidos también en parte porque
Michelson escamotea en poner ejemplos. Los ejemplos no son lo suyo, las
formulaciones teóricas sí.
Michelson plantea una
interesante reflexión a modo de apología de la neurosis: el único lugar que no
llega a verse afectado por el deseo del otro, es el lugar del psicópata. El
psicópata es el único al que no le importa el deseo del otro y por tanto las
relaciones que establece con la sociedad son meramente instrumentalizadas,
ocurren solo por su propio beneficio. De esos hay varios, y todos los
conocemos.
Me gustó el libro. Sin
embargo a ratos la lectura se hace confusa a falta de más ejemplos (ejemplos
hay pero creo que no los suficientes). Sirve para alumbrar una de las
experiencias que suceden hoy en día en torno a las relaciones interpersonales y
cómo nos paramos en esta sociedad: lo que hago, ¿lo hago porque realmente
quiero hacerlo o porque el otro espera que lo haga yo?