Leer a Paul Auster es para mí
casi irse a la segura. Digo “casi” porque ha ocurrido a veces que libros suyos
no me han resultado tan atractivos como otros que han marcado mi vida. Cómo
olvidar por ejemplo El Palacio de la Luna, o Brooklyn Follies, o La Trilogía de
Nueva York, todos libros monumentales que me absorbieron y cambiaron de cierta
forma mi manera de ver el mundo. Hay otros textos, sin embargo, que a pesar de
ser innegablemente buenos, no lograron el mismo efecto que los ya nombrados.
Sobre estos, principalmente los autobiográficos El cuaderno rojo, etc. Un
hombre en la oscuridad, sin ser autobiográfico, se asemeja mucho a la manera de
escribir de Auster cuando adopta esta posición autoficcional. El libro narra
la historia de un sujeto que por un accidente (¿automovilístico si no me
equivoco?) debe permanecer algún tiempo guardando cama en casa de su hija,
donde también lo acompaña su nieta. Los días son largos y las noches
insoportables. Los tres viven las consecuencias de situaciones terribles. La
nieta ha perdido a su pareja en la guerra de Irak, donde éste se ha marchado
para vivir nuevas experiencias, la hija intenta escribir la biografía de una
poetisa que considera mediocre y él debe recuperarse de la muerte reciente de
su esposa Sonia. Es en este ambiente donde se desenvuelven los hechos y los
tres se observan entre sí mientras el tiempo pasa con la poca esperanza de que
pueda sanar las heridas. Durante la noche el viejo inventa una historia. En
ella, el personaje principal es asignado para combatir en un Estados Unidos que
no conoce y que se le presenta al personaje como una realidad alternativa. Existe una guerra, y esta guerra
ocurre porque hay un anciano aburrido que durante las noches la inventa
mientras intenta quedarse dormido, como una suerte de dios. La misión de este personaje, su personaje, entonces, es matar a este
anciano, a él mismo, en una suerte de suicidio literario, así como Freddy Kruegger metiendo sus garras oníricas en los escenarios de la realidad.
A pesar de no
ser nueva, esta idea de un personaje que se junta con su creador resulta
interesante. Sin embargo luego de leer el libro queda la sensación de no haber sido lo suficientemente desarrollada o aprovechada por el autor. El final es fácil. Tan fácil que ya no lo recuerdo, se ha perdido en mi memoria de los finales fáciles y mal aprovechados y, como digo, queda la sensación de que la idea daba para mucho más en manos de un maestro como Auster. Bueno, finalemente toda percepción, crítica es subjetiva. Esto es lo que me pareció a mí. Quizá Harold Bloom lo aplauda, no sé.
La novela es compleja en el
sentido de todas las voces que la arman a partir de las historias de estos tres
personajes reales y el resto de los meta personajes que van generando, a su
vez, más narraciones. Quizás debería leerlo con más detalle, con papel y lápiz e intentar encontrar imbricadas conexiones que en una primera lectura no vi. Después de todo me niego a creer que Auster haya hecho un libro tan distinto a sus otras obras maestras.
Si es por estrellas, 3 de 5.
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