sábado, 23 de enero de 2016

La tormenta del siglo - Stephen King

Este libro fue el tercero que llegó de mis pedidos internacionales por BOOKDEPOSITORY. A pesar de que en algún momento pensé que se perderían y que yo terminaría dándome por vencido de mandarles cartas y ellos se darían por vencido de intentar explicarme que como el costo de envío era gratis, no venía por carta certificada y por tanto no había forma de rastrear en qué parte del mundo se hallaba mi pedido, a pesar de todo eso, el libro finalmente llegó hace algunos días. Mi hermana me decía que me tranquilizara, que siempre se demoraban pero que llegaban, y así como un poco a regañadientes, me tranquilicé, o lo intenté y me quedé esperando que llegara a mi ciudad. Llegó, abrí el sobre tan entusiasmado como abro todos los que me llegan de afuera o de cualquier parte pero aún más cuando es un libro, y saqué el texto preciado. Bello. El primer acercamiento que había tenido a la historia fue cuando un día aburrido bajé una serie por VUZE desde internet sin mucha confianza y me puse a verla. Me devoré los capítulos literalmente mientras pasaban las horas de la madrugada. Excelente. La tormenta del siglo se llamaba, y cómo no iba a ser buena si venía de la mano del maestro, Stephen King (con coma, para hacerle énfasis). La historia trata de una tormenta de nieve que se aproxima a una isla para nada remota pero que por algunas horas quedará absolutamente aislada del mundo, Little Tall (o el pequeño alto, ay, este Stephen), frente a las costas de Maine. Una vez desatado el caos metereológico, aparece un hombre asesino que tiene poderes sobre naturales que le permiten ver los secretos ultra secretos de las personas. Además de ser vidente, el sujeto también tiene la capacidad de guiar las conductas de la gente, y así como que no quiere la cosa, los mueve a un trance en el que puede hacer con ellos lo que quiera… así como suicidarse por ejemplo, partiéndose la cabeza en dos con una hachazo auto infligido o colgarse de una soga, o, la más rebuscada de todas, llenar un lavamanos con agua y meter la cabeza hasta morir ahogado. El asunto es que cada uno de estos sujetos para suicidas deja un mensaje que no puede más que atribuírsele al extraño: “Denme lo que quiero y me marcharé”. Uuu… se va tensando el asunto. De lo contrario, así como lo sueñan todos, morirán al igual como lo hicieron los antiguos habitantes de la isla ROANOKE, cuyos habitantes simplemente desaparecieron de la noche a la mañana –y esto es historia real- sin ser nunca más encontrados (me gusta esos cruces que hace Stephen con la realidad desconocida, dando explicaciones a situaciones que no la tienen… sería interesante que King supiera lo de las desapariciones de los Montes Urales… quizá algo tendría que decir). Entonces surge el dilema entre lo que hay que hacer para que el monstruo los deje tranquilos. El problema es que no saben qué quiere que les dé (y yo no se los voy a revelar aquí jaja) y por tanto no saben si aceptar la propuesta del endemoniado con tal de que los deje en paz, o, por el otro lado, decir que no y correr el riesgo de que cumpla su promesa y los mate a todos… incluidos los niños (calla Yerko). Bueno, la historia es excelente. Tiene una aire así como de novela existencialista en que el sujeto se topa con dos situaciones en que debe decidir pero es imposible saber cuál es la mejor decisión… o el mal peor. Como el ejemplo que daba Sartre de la madre de un campo de concentración judío a quien solo se le autorizaba llevar uno de los dos hijos. ¿Qué hace la madre?                                                                        
... nadie sabe, además de romperse el alma, claro, y quedarse todos y morir los tres, o irse ella y salvar a uno y dejar al otro. Qué terrible. El único problema del texto –que tampoco es tanto, en realidad- es que cansa la lectura la forma en que está planteado, como un guión. Esto es precisamente porque la historia fue escrita como un guión para la televisión y fue ese guión el que se publicó como libro, sin ser novelizado. Si alguien quiere un tip, a mí me sirvió mucho omitir los párrafos de índole “exterior, noche, calle oscura” y lanzarme de lleno solamente a la narración de los acontecimientos. La misma historia va ubicando al lector en los distintos escenarios que propone. Es un excelente libro, como decía, no tan solo por lo entretenido de todas sus páginas, sino por las reflexiones que conlleva pararse uno mismo frente a ese tipo de situaciones y preguntarse, ¿qué haría yo si fuera uno de ellos?

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