A pesar de que se le ha conocido
a “Mr. Mercedes” como la primera novela policial de Stephen King, lo cierto es
que el maestro se ha paseado previamente por estos lugares con otros relatos.

En fin, nobody knows. ¿En qué iba? Ah, que leía Misery
cuando estaba en el preuniversitario en la católica en Santiago. Para esos años,
las clases de los que aspirábamos a las aulas universitarias se hacían en las
mismas salas que los estudiantes de la UC y, como he dicho, me gustaba
biología, gran parte de las clases las tenía en la Escuela de Medicina de la
UC. Siempre me llamó la atención cómo los estudiantes miraban la portada del
libro. Bueno, no era para menos, una mano ensangrentada se deslizaba por un
vidrio dejando una huella roja hacia abajo, algo así como la mano de Leonardo
di Caprio en Titanic cuando se folla a Rose, pero en versión macabra. La cosa
es que Misery inaugura en realidad, diría yo, ese género del maestro que se
mete en los recovecos policiales de sujetos que se pierden y policías que los
buscan. Algo así cuenta Mr. Mercedes, el juego del gato y el ratón en que ambos
se miran pero el vidrio polarizado que los separa les impide reconocerse.

El género policial es todo un
cuento, todo un mundo, un microcosmos. Recuerdo cuando leía la trilogía de
Hannibal Lecter –El dragón rojo, El silencio de los inocentes, Hannibal– y
pensaba que un engranaje tan perfecto no podía haber salido de una mente
humana. Recuerdo haber llegado a dudar si es que la historia era en realidad
inventada o algo de verdad había ahí. El género policial tiene ese atributo,
crea engranajes que deben encajar pieza a pieza para que la historia cuaje, o
de lo contrario la narración no resulta. Edgar Allan Poe también lo sabía y lo
expresó muy bien en “Los crímenes de la calle Morgue”. Ningún otro género
permite comprender o verificar o leer de forma tan certera exacta, la maquina
creativa que el autor pone frente a los ojos de sus lectores. Otros géneros
explorarán otros elementos de la existencia a través de otros mecanismos, pero
la deducción, inducción y todas aquellas demostraciones de inteligencia, forman
casi partes elementales de la novela policial. Lo mismo sucede en El nombre de
la Rosa, que bien sabemos, presenta a un Sherlock Holmes vestido de fraile acompañado
también de su Dr. Watson. Mr. Mercedes también ocupa este recurso y le pone al
genio Bill Hodges junto a su(s) buen(os) sabueso(s), Holly y Jerome, uno el
jardinero negro (digo negro porque es un aspecto que el narrador nos remarca a
cada instante), y Holly, la sobrina de la difunta amante del inspector Hodges,
Janey, quien es a su vez la hermana de Olivia, dueña del Mercedes, quien comete
suicidio algunos meses después de la catástrofe matanza.
Escribo en parte esto para
recordar el libro cuando pasen los años y a mi mente hayan llegado nuevas
páginas. Sin embargo, como también lo escribo para cualquier persona que quiera
leer alguna opinión sobre los textos que leo y que posiblemente pretende leer
él/ella también, omito cierta información importante sobre la narración. Mi
intención no es dañar las ganas de leer sino motivarlas y eso se logra poniendo
la zanahoria por delante del conejo evitando que se la coma.
Mr. Mercedes es un
excelente libro lleno de intriga que continúa luego con Quien pierde paga (que ya
estoy a punto de terminar pero que luego comentaré). Muestra la maestría de
King al dejar ver al lector los engranajes inteligentes que dan soporte a la historia
policial, a través de una mente retorcida y psicopática, y de otra benevolente
y en busca de justicia.