jueves, 5 de mayo de 2022

EL HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO - Eddie Jaku

Llegó el libro a mis manos la navidad del año pasado, del 2021. No recuerdo si me lo regaló mi hermana o mi mamá, lo que en realidad da lo mismo porque a ambas les había entrado el bicho "anti..." y en este caso era el bicho anti Holocausto el que las había contagiado. Querían conocer más del tema. Los libros que desfilaron esos días de fin de año por la mesa del comedor de mi hermana, compartían todos la misma temática: el tatuador de Auschwitz, el fotógrafo de Auschwitz, la Stasi, ya me entienden. Me parecía haber visto el libro que tenía ahora entre manos después de sacarlo con cuidado del papel de regalo. Sí, sin duda lo había visto en alguna publicación de Buscalibre sin darle mayor importancia. Pasaba de largo, así que recibirlo en papel fue una grata sorpresa. Ahora que podía investigarlo con más detalle, noté que era un libro que se planteaba desde lo positivo, o sea, no desde lo irreal de una pseudo felicidad maníaca (como La vida es bella), sino desde la felicidad de las pequeñas cosas que aún en los peores momentos es posible encontrar. Vaya que es importante rescatar aquello, ¿no? Después de todo, tarde o temprano todos vivimos nuestros Auschwitz personales ya sea en la privacidad de nuestra casa o llorando en el baño de oficina. Me tincó mucho.
La historia la escribe Eddie Jaku en primera persona: un alemán común, con una vida común, orgulloso de sus raíces germánicas, pero de escasa comprensión sobre lo que significaba ser judío... claro, esto hasta que Hitler toma el poder. Entonces la cosa cambia. Aquel fonema inocuo pasa a ser infección y quienes lo portan, están destinadas a ser aplastados en los numerosos campos de concentración. Así, Jaku comienza a ser perseguidos junto a su familia por sus mismos compatriotas (este elemento lo nombra varias veces en la obra, vale decir, ¡cómo los mismos que antes eran nuestros amigos y vecinos hoy son los que nos quieren ver muertos!) y son forzados a abandonar sus casas para recluirse en distintos lugares de trabajo ("ARBEIT MACHT FREI" --> El trabajo te hará libre, firma "tío Auschwitz"). Eddie reflexiona muchas veces en el libro que hasta aquel momento no sabía lo que significaba ser judío, más allá que una serie de costumbres familiares heredables por el lado materno. ¡Por ser judíos nos matan!, piensa, y a lo largo del texto busca explicaciones sin encontrar ninguna otra más que maldad y locura. Con paz reflexiona posteriormente "no odio al alemán que no me abrió la puerta de su casa puesto que no lo hizo porque tenía miedo... no odio tampoco a Hitler, porque eso me reduciría a su nivel, simplemente intento buscar una causa y la causa que encuentro es locura. No lo odio pero tampoco lo perdono, por los miles de hermanos muertos en razón de una causa estúpida".
Hay muchos textos sobre el Holocausto y también hay muchas novelas que se atreven a plantear desde la ficción los horrores de esta época. He leído algunos (por ejemplo Jorge Semprun en La escritura o la vida) pero la mayoría de las veces siento realmente que la narración se crea desde la distancia. Distancia que es comprensible si consideramos que probablemente el escritor que tipea en sus noches de insomnio, no quiere caer en un coma emocional, pero que precisamente por ello, resta conexión con el lector (ya sabemos de sobra que a Stephen King se le ama porque los personajes son de carne y hueso, lloran y van al baño). En El hombre más feliz del mundo sucede totalmente lo contrario. Eddie comienza su historia refiriéndose al lector como un amigo y es desde ahí que quiere mostrar a este amigo las experiencias vividas, con el único fin de hacer ver que es posible encontrar esperanza en el infierno. Jaku genera un inmediato vínculo en el lector porque a pesar de que vivió lo peor del ser humano, vive ya por fin cómodamente y desde esa justa comodidad puede recordar su juventud sin odio sino más bien con gratitud. El libro transmite cercanía en cada página, aún en aquellas en que nuestro protagonista estuvo a punto de desfallecer por cansancio, por frío, por hambre, pero que gracias a la esperanza de los pequeños gestos, pudo mantenerse en pie. El libro nos acerca a Eddie, y es por eso que una vez que lo terminamos, quedamos con la sensación de un pequeño duelo. Sabemos que no tendremos nada más del autor y es imposible no preguntarse, ¿cuántas cosas más quedaron en el tintero que no aparecieron en su historia? Una infinidad. Eddie vivió años perseguido durante la segunda guerra mundial, época gigante de vida que comprime en un poco menos de 200 páginas. Eddie permanece en el recuerdo de sus lectores mucho después de haber cerrado el libro porque además de haber escrito un texto sobre los horrores del hombre en la segunda guerra mundial, escribió, por sobre todo, un manual de supervivencia emocional en que la esperanza fue el puntal que lo mantuvo a flote. La esperanza y por supuesto, la amistad.
Eddie murió poco tiempo después de la publicación del libro. Murió a los 101 años en el país que le abrió las puertas y que le permitió vivir en libertad: Australia. Entiendo que recibió un funeral de estado por las contribuciones que realizó en beneficio de la experiencia judía durante el Holocausto, ya en el país donde pudo hacer familia. El hombre más feliz del mundo es un muy buen libro. Se pierde al amigo Eddie, siempre sonriente, no solo al terminar la lectura sino también al saber que ya no está con nosotros, en este mundo. Descansa Eddie, que sin conocerte te conocí y sin escucharte, aprendí de ti. Danke schön.

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