jueves, 4 de mayo de 2023

Bullet Park, El tatuador de Auschwitz, El cerebro de mi hermano y El libro de los espejos...

Desde DESPUÉS (Stephen King), la última entrada a este blog, he leído por lo menos 4 libros más. Y en cada uno de estos textos me ha estado penando la idea de que no había escrito nada sobre ellos en este blog. Como les he dicho, con la sonrisa más amplia de mi rostro, estas anotaciones son básicamente para mí. Como un recordatorio de que mis ojos alguna vez pasaron por esas líneas, con el fin de que de viejo no pierda el recuerdo de esos títulos. Pero si a alguien más les gusta o los quiere leer, yo feliz. Vamos al asunto. Esta vez he decidido comentar brevemente cada uno de ellos en este único post, en parte porque ya los leí hace rato y el tiempo tranformó en un recuerdo algo nebuloso la historia de sus personajes (y esto también resulta interesante porque quiere decir que comentaré sobre lo que quedó quedó, la borra del café como diría Benedetti) y en parte por escasez de tiempo. Vamos allá.

BULLET PARK (John Cheever)


Reconozco que para la correcta interpretación de este texto hay que tener una formación literaria (en términos de teoría) más amplia de la que puedo presumir yo, por lo que toda palabra sobre él será más bien como experiencia de lector. ¿Cuál fue mi experiencia de lector? Pues en un primer momento me pareció algo aburrido, demasiados zooms a escenas que no hacían avanzar la trama. Demasiada descripción de un sujeto que queda mirando a otro al entrar a la iglesia. Sin embargo, en un segundo momento, podríamos decir, literalmente, que el automovil comienza a moverse y a agarrar una suave pero continua velocidad. 

El texto trata sobre el contraste entre dos mundos. El mundo de Bullet Park, un barrio acomodado norteamericano donde el hedor se cubre, se tapa, se deja de mirar como si la misma humanidad quedara aislada de su fetidez también intrínseca. Rutinas planificadas, tal como sus barrios perfectamente pensados, que van afirmando a los ciudadanos en la belleza de un orden superfluo. En ese contexto ideal, ocurren cosas que no son ideales (el otro mundo). Deseos que quieren realizarse, deseos carnales, enfermedades que urgen en su manifestación y que finalmente terminan siendo nada más que la humanidad movilizándose en un terreno demasiado ascéptico e higienizado. Es ahí y luego de las claves iniciales, que el autor introduce a otro sujeto, un nuevo inquilino, un nuevo vecino, que en plena crisis (¿se puede llamar crisis cuando la vida entera ha sido un desastre?) amenzada el orden de esa estructura vecindaria que de tan agradable se vuelve falsa. Como un virus que viene a mover un poco la fiesta de un sistema que se encuentra demasiado quieto.

Al finalizar el libro, viene un pequeño estudio literario que demuesta cómo la vida del autor estuvo muy vinculada a las narraciones decritas, casi como a modo autoficcional. Homosexualidad, vida pseudo perfecta v/s vida real. 

Como decía, el comienzo algo pegajoso del texto luego pasa a una velocidad agradable. Entretiene y está escrito con claridad y la crítica que lanza queda clara. Me parece que no hay un inicial motivo tan claro pero luego de finalizarlo y mirar atrás, sí se logra visualizar la intención del autor. Pero como probablemente pensaría también Stephen King sobre el texto, los personajes estaban planteados con una frialdad algo de cartón. 

EL TATUADOR DE AUSCHWITZ (Heather Morris)




Luego de Bullet Park, un tema recurrente ya en mis lecturas: los horrores del Holocausto. Ya he leído libros del holocausto, algunos sesudos e impenetrables (como el de Samprún, La escritura o la vida), y otros más gatilladores del gozo lector. Entre estos, La luz que no puedes ver, El hombre más feliz del mundo y, por supuesto, El Tatuador de Auschwitz. En realidad no es coincidencia el haber citado estos dos últimos bien pegaditos porque verdaderamente son similares. Es como si ambos protagonistas, ambos hombres alemanes (o creo que uno era eslovaco, en realidad), ambos luego exiliados en Australia, contaran complementariamente partes diferentes de la misma historia. En el tatuador de Auschwitz, Lale Sokolov, el sujeto protagonista, de la mano con la autora, Heather Morris, australiana, nos va guiando por la bella historia de amor que surgió entre él y su prometida, y cómo gracias a su astucia, termina convirtiéndose en el Robin Hood de Auschwitz Birkenau. Astucia que por otro lado termina casi costándole la vida cuando lo descubrían traficando elementos prohibidos (chocolate, joyas, etc.) con tal de hacerle vida más vivible a los menos afortunados. Desde el principio de la historia Lale se convierte en tatuador, y esto lo ubica en un puesto de privilegio pues manejaba información y, como sabemos, la información es oro intangible. Quien entraba, quien salía, las listas de los números de los prisioneros a tatuar, todos elementos con los cuales podía también generar trueques (tráfico de influencias, se diría hoy en día jaja) para mejorar su estadía en aquel infierno. Sumado a que además tenía como guardia a un sujeto de la SS Schutzstaffel que reconocía en él a un prisionero que podía corregirle sus mediocres cartas de amor y, gracias a ello, mantenerse con vida, Lale logra cierta comodidad en el campo de concentración que utiliza siempre en beneficio de los prisioneros.

El libro está escrito muy amenamente, de lectura rápida, rica en imágenes que permite al lector recorrer con la imaginación los horrores vividos por tanta gente. Como nota extra, este libro lo recibí como regalo de cumpleaños al mismo tiempo que otro de unas hermanas también en un campo de concentración y también escrito por la misma autora. Veremos luego qué tal. 


EL CEREBRO DE MI HERMANO (Rafael Pérez Gay)



Compré este libro porque me pareció muy interesante desde el título. El texto narra la enfermedad neurológica del hermano del autor, que lo va convirtiendo lentamente en un personaje desconocido para la familia a partir de su discapacidad. No recuerdo qué enfermedad era -ya dije que estoy hablando de libros que leí hace un tiempo- solo que consistía en la rigidización paulatina de los músculos (¿ela, quizá?) hasta el punto de no poder tragar o respirar. Inteligencia y consciencia indemne, no sé si para bien o para mal. Como es descrito, el sujeto enfermo se caracterizaba por su inteligencia y suspicacia, había sido embajador de México en Alemania, hablaba fluidamente este otro idioma, leía a los clásicos, participaba en política y era un buen amigo (a la vez que adversario) de su hermano, del mismo que ahora narra su enfermedad con cara de sorpresa, de desconocimiento, de desrealización al ver el paso del hombre grande y locuaz, al pequeño, atrofiado y silencioso.

No tengo mucho más que decir de él. Me pareció interesante, entretenido, íntimo, muy bien escrito, sin embargo me quedó la sensación de que el autor mete mucha explicación política en sus páginas cuando lo que los lectores en realidad queríamos visualizar era, como sugiere el título, la enfermedad del hermano. Me recordó mucho a otro que leí, de un sueco me parece, ah no, perdón, ¡húngaro!, VIAJE A ALREDEDOR DE MI CRÁNEO (Frigyes Karinthy) escrito en primera persona, real, a modo de diario, en que el periodista va narrando el proceso de su tumor cerebral y la cirugía para extraerlo y todo lo que ocurre a su alrededor. Entre ambos, opto por Karinthy, pero el de Pérez Gay tampoco está mal.


EL LIBRO DE LOS ESPEJOS (E. O. Chirovici)



Llegamos finalmente al último de la lista. Buen libro, entretenido. El texto narra la historia contada desde 4 personajes:


Un editor
Un autor
Un periodista
Un policía

...a partir de un manuscrito que recibe el editor, de parte de un autor. El asunto es que el manuscrito plantea un crimen, real en la ficción, pero que sin embargo se interrumpe antes de poder llegar al desenlace. El editor, por supuesto, interesado ya en la historia, intenta localizar al autor pero se encuentra con que este ha ya fallecido. Habla con la viuda quien reconoce que no sabe de ningún libro a medio escribir y decide contratar a un periodista para que reconstruya los acontecimientos. El periodista lo intenta hacer pero se topa también con un callejón sin salida y con la sensación de que todo aquel que se acerca al manuscrito, queda maldito (esto lo digo yo jaja, no se asusten que el texto no corresponde a nada paranormal ni mucho menos). Esto se lo dice a un policía, a uno que participó en la investigación del caso y que le sirve como informante al periodista, pero que en aquel momento tampoco pudo dar con el asesino. 

Spoiler: *** el caso es que el escritor del texto enviado al editor narra en esas páginas el crimen de un famoso profesor ocupado en estudiar los mecanismos de la mente en el proceso del recuerdo. Es en medio de esta investigación que el profesor es asesinado y queda la duda de quién fue. Se sugiere que puede haber sido él mismo, digo, el autor del manuscrito que recibe el editor, pero luego se piensa entonces que pueda haber sido la muchacha de la que él estaba enamorado, etc... un quilombo de aquellos, como dirían los argentinos***

El policía ahora tiene Alzheimer y sabe que olvidará todo prontamente, así que con las nuevas pistas que le arroja el periodista, resuelve investigar por propia cuenta y dar finalmente con el asesino. Y lo logra, aunque no revelaré quién fue, jeje. 

El libro es entretenido. Me recordó muchísimo a mi querido Paul Auster (que desafortunadamente tiene cáncer, espero sinceramente que sobreviva) en el afán del autor por querer ensamblar partes de historia a modo de azar (pero en realidad nadie lo logra tan magistralmente como Auster [Auster debería ganar el Premio Nobel]). No sé si por las circunstancias vitales del momento me demoré tanto en leerlo pero cada vez que lo abrí, sentí que volvía a una gran entretención. Muy recomendable.



No hay comentarios: