
Ahí estaba, por fin. Realicé el procedimiento habitual. Lo olí,
lo miré, me fijé que todo estuviera en orden y lo dejé en el estante de los
libros no leídos. Ahí se quedó casi por un año hasta que hace un par de días (25
para ser exacto), lo saqué y comencé a leerlo. Había intentado iniciarlo antes,
pero no enganchaba. Leía las páginas y a pesar de que conocía cada una de las palabras (obvio, estaba en español) no quedaba el significado de las oraciones dentro de mi mente. Esto es
grave, pensé. Pero luego recordé que venía saliendo de los dos primeros libros
de la trilogía de Bill Hodges (Mr. Mercedes y Finders Keepers) y que, además,
Salem’s Lot había sido escrita en los primeros tiempos de King, cuando aún era
un joven imberbe. Todo comenzó a calzar. Era evidente que la prosa era distinta
y que a pesar de que es posible notar a King en todo su esplendor, era un libro
que correspondía a otra época, a otro momento del escritor: todavía no conocía
a Tabitha (a quien suele agradecer en la mayoría de sus textos), todavía no
tenía sus hijos, es decir, vivía un mundo completamente distinto al actual, lo
que inevitablemente tenía que ver con su forma de escribir.

A medida que avanza la historia, Ben comienza a incorporarse
a la vida del pueblo: conoce a su gran amor, Susan Norton, a su familia y
comienza a hacerse de algunos amigos. Se da cuenta en sus investigaciones que
la casa Marsten ha sido comprada por Richard Throckett Straker, para
instalar con su camarada, Kurt (¿conde?) Barlow, una tienda de muebles
antiguos. A pesar de que nadie lo ha visto y solo se presume su existencia,
Barlow comienza a presentarse por las noches a los habitantes de Salem’s Lot,
golpeando las puertas de su casa o apareciendo en las ventanas de las personas
preguntando si puede pasar (un vampiro solo puede pasar si es invitado a entrar).
La mirada del vampiro es cautivadora y quien le ve no puede salir ya más de su
embrujo. Es por eso que todo el pueblo empieza a caer y a convertirse en
monstruos chupasangres. Las personas de siempre comienzan a desaparecer: el
encargado del vertedero, los hermanos Glick primero y luego toda la familia,
etc. Los que mueren vuelven de la muerte y le temen al sol.
Como en la mayoría de las novelas
de King, el grupo de salvadores se conforma de unos pocos que han quedado
libres de Barlow: Ben (a Susan la vampirizan cuando va a casa de Barlow junto a
Mark para matarlo), Mark (el joven que logra escapar), Jimmy (el médico del
pueblo), el padre Callahan (el cura), Matt (el profe mateo que muere de un
ataque al corazón mientras está en el hospital y que amerita la tremenda frase de
Ben: “la muerte de Matt me hace pensar que Dios apartó su vista de nosotros”,
cosa tremenda si estás luchando contra vampiros). Estos salvadores se reúnen
para hacer frente al malvado Barlow, pero uno a uno empiezan a morir, hasta
quedar reducido el grupo a solamente dos de ellos, los dos que logran escapar a otro país escapando del mal. El libro se abre presentando
aquel final (Ben y Mark llegando a México para reconstruir sus vidas) y es desde ahí que la narración nos muestra el camino que nuestros
dos sobrevivientes han debido seguir para llegar hasta ese punto.
El misterio de Salem’s Lot
pertenece a las obras escritas en un primer tiempo del maestro. Fue redactada incluso antes que Carrie, pero publicada algunos años después. En la novela, King
presenta a los vampiros de una forma clásica, como monstruosos seres diabólicos
llenos de odio y ansias por sangre humana. El autor se olvida de todo aquel boom rosado
del último tiempo que intenta mostrar a los vampiros como seres sexuales,
humanizados y erotizados. Opta por el odio en vez de la seducción, lo que
acerca la obra más a las lecturas tipo Drácula y la aleja de los libros tipo
Crepúsculo de Stephenie Meyer (ya sabemos de dónde viene la rivalidad, si es
que puede ocuparse el término). Presenta a un Barlow lleno de elegancia pero
ausente de caracteres sexuales. Es un monstruo disfrazado de humano que solo se
acerca a estos últimos para robarles su alma y dejarlos convertidos en trapos
de cuero y pelo.
El libro me sorprendió. Fue
escrito por King antes de los 30 años y ya podemos ver la maestría de la
narración, que no cae en absurdos, y que presenta personajes con los que lector
logra vincularse, dotando a la obra de verosimilitud, algo especialmente difícil
al hablar de entes tan populares e imposibles como los vampiros. Dudamos porque
los personajes dudan. Y si los personajes dudan en su mundo ficcional, entonces
reaccionan como nosotros si nos viésemos enfrentados a circunstancias
similares. Y si reaccionan como nosotros, entonces la obra es verosímil y el
pacto ficcional funciona. Pocas veces he sentido miedo al leer un texto. Uno finalmente
lee por entretención y no porque te genere miedo, pero con Salem’s Lot fue un
poco distinto.
Excelente libro. Recomendable para las noches de invierno y para
todos aquellos que duermen con una ventana a la vista. 526 páginas de puro
terror.