jueves, 1 de diciembre de 2016

QUIEN PIERDE PAGA - Stephen King



Después de Mr. Mercedes, el infaltable comentario de su saga,  Finders Keepers, traducido horriblemente con el nombre de  Quien Pierde Paga. Pero bueno, habrá que acostumbrarse a estas decisiones unilaterales como los gringos del norte se tendrán que acostumbrar a Donald Trump, nada que hacer.
A pesar de que la narración ocupa los mismos personajes, la historia es otra, conectada con la anterior por un tiempo cronológico que continúa y con cuatro personajes que se repiten, algunos más protagónicos que otros. De aquí en adelante el comentario se vuelve medio spoiler, así que quien no haya leído las novelas y tenga planes de hacerlo, mejor que no continúe.
Nos encontramos ahora algunos años más adelante. Bill Hodges ha bajado de peso y trabaja más estable resolviendo casos como detective privado. Su compañera de aventuras es Holly, la sobrina de la mujer de la que se enamoró en Mr. Mercedes, hermana de la dueña del Mercedes robado con el que Brady Hartsfield atropelló a las personas del Centro Cívico. Holly trabaja recopilando datos de los sujetos investigados a través de internet y poniendo al servicio de las investigaciones sus corazonadas sobre los casos. King adora estos personajes que surgen de la nada existencial -recordemos que Holly es presentada como alguien dañada por una madre enferma mentalmente- hasta llegar a ser alguien autovalente a partir de su propia autosuperación. Es una sobreviviente, además una heroína. Sobreviviente de su propio hogar y heroína por haber salvado a la muchedumbre enardecida de adolescentes del loco que los pretendía hacer volar por los aires en Mr. Mercedes.
El trío magnífico, Hodges, Jerome y Holly, se presenta ahora en Quien pierde paga para ayudar a Peter, un adolescente de 17 años que se mete en serios problemas tras encontrar un cofre escondido lleno de cuadernos y dinero. Peter no sabe que lo que acaba de hallar es la evidencia de un crimen cometido 30 años antes por un loco asesino llamado Morris Bellamy. Bellamy, entonces encarcelado por violación (jamás lo pudieron culpar del crimen) esperaba ansiosamente el momento de su liberación con el único fin de volver a recuperar el cofre y leer los cuadernos robados tantos años atrás, cuando, desesperado, asesina de un balazo en la cabeza al creador de su personaje vital, John Rothstein, un célebre pero recluido escritor. Morris lo asesina con el único fin de vengar a Jimmy Gold, personaje creado por Rothstein, llevándose no solo los cuadernos donde el escritor había seguido desarrollándolo en novelas no publicadas, sino también el dinero encontrado en el lugar.
Morris alcanza a esconder todo en un cofre antes de ser arrestado. Lo esconde bajo un árbol y pasa 30 años en prisión solo con la idea de que cuando salga, volverá a desenterrarlo. El problema es que cuando sale, los cuadernos no están. Obvio, el pequeño Peter los había sacado primero. Entonces Morris, desesperado, se dirige donde un amigo que sabía de sus planes, Andy Halliday, pues sospecha que éste los haya descubierto y se haya quedado con ellos. Andy le dice que a pesar de que él no los sacó, sí sabe quién los tiene, el pequeño Peter, quien casualmente vive en la misma casa de Morris cuando éste era joven y que se ha acercado a él estos últimos días para ofrecérselos en venta (¿por qué los quería vender? Pues para tener dinero y poder pagar la universidad de su hermana… qué lindo, ¿no?. Gran error el confesar. Morris es un asesino salvaje y luego de obtenida la información no duda matar a Andy a hachazos y esperar en su misma tienda –no había dicho que Andy era un coleccionista y vendedor de libros antiguos- la llegada de joven rapaz. Cuando Peter llega, capta algo extraño, el olor, que hubiese otro vendedor, algo en el aire. Morris le hace pasar entonces a la oficina del comerciante, donde supuestamente lo esperaba y es cuando Peter ilusamente cae en la trampa, que se da cuenta que todo se ha puesto color de hormiga. Andy muerto en el suelo y con Morris detrás de él preguntándole por los cuadernos. Peter no es tonto y sabe que si habla es hombre muerto. Sabe perfectamente que su garantía de vida es mantener el momento lo más posible. Mientras no indique dónde están los cuadernos, Morris lo dejará vivir. Después de forcejear un poco, un florero para acá, otro para allá, un balazo y un correr rápido, Peter sale de la tienda y se acuerda del inspector Hodges, que previamente había conversado con él por un dinero que había estado llegando misteriosamente a la casa (Tina, la hermana de Peter, se había acercado a nuestro investigador estrella para contarle que su hermano estaba actuando muy extraño luego de que la familia recibiera ese dinero y que ella sospechaba que era su hermano quien estaba detrás del asunto). Peter lo llama y le cuenta todo. Hodges, ya en compañía de su dúo dinámico (Jerome y Holly) se dirigen a la casa de Peter sabiendo que Morris probablemente también para allá, con la peor de las intenciones.
Cuando Peter llega a la casa, se encuentra con su madre acostada en un charco de sangre por una bala que afortunadamente no entró en el cráneo, viva pero mal herida. La madre le dice que el hombre llegó y se llevó a la hermana como rehén para buscar los cuadernos. Peter sale disparado a buscarlos sin antes tomar un frasco de líquido de encendedores y un encendedor.
El hombre malo efectivamente se ha llevado a Tina y le ha roto una pierna. Se encuentran los dos en el polideportivo (¿será la versión gringa de un gimnasio?) abandonado. Peter llega y entra al recinto, abriendo las cajas donde tenía guardados los cuadernos y repartiéndolos por el suelo. Luego, muy a lo Cabo de Miedo, echa líquido sobre ellos y con el dolor de su alma (lo único en común que tiene con Morris), le acerca un encendedor. Morris espantado intenta que no lo haga, pero finalmente el encendedor cae y enciende todo. (Me disculpan pero me he saltado la escena en que Hodges lucha con todas sus fuerzas contra el diabólico Morris, parte del crédito es también del inspector). Morris vuelto loco se arroja al fuego y mientras el edificio completo arde, Hodges, Peter y su hermana salen por una ventana y salvan su vida.
El libro es excelente. Al igual que en el anterior, Mr. Mercedes, no hay mejor forma de ver la articulación casi anatómica de una narración, que en las novelas policiales. A pesar de que todo lo que sucede en la historia resulta improbable en la vida real, la narración nunca deja de ser verosímil.
Un elemento me llamó la atención y he sabido que también a otros lectores. Y es el toque sobrenatural que de una u otra forma logran apropiarse de las páginas de King. En esta novela Brady Hartsfield es un sujeto que luego de despertar del coma por el porrazo recibido, cuenta con un poder especial: telekinesis. Hodges lo visita a menudo al hospital donde está recluido y se queda por largo rato mirándolo sin dejar de preguntarse si hay alguien detrás de esos ojos que le devuelvan la mirada también.
Ocurre un incidente que no tiene que ver solo con que la foto de Brad y su madre se caiga del velador sin que nadie la toque. Ocurre que una de las enfermeras se suicida en un baño aparentemente cortándose las venas, sin embargo no se encuentran elementos en el lugar con que pueda hacerlo. Los espejos son de metal pulido y no de vidrio. King retoma en esta escena momentos presentados en otros libros… ¿adivinaron ya cuál?... así es: “LA TORMENTA DEL SIGLO”. Recordemos que en esta excelente narración (otra de las buenas obras del maestro), André Linoge puede inducir a las personas a que se dañen o se autoeliminen solo con el poder de la ¿magia?... ¿telekinesis?, demostrando así su poder. Como he dicho previamente, hablar de plagio es exagerar las cosas. Utilizar recursos presentados en otros textos es más honesto.
En fin. Me imagino que King tomará estos elementos sobrenaturales en la última parte de la trilogía, End of Watch, todavía sin traducir al español. Sería interesante ver al inspector Hodges luchando contra fuerzas que van más allá de su razonamiento y comprensión. Quizás en una de esas, muy a lo REVIVAL, se une con su amada, muerta en trágicas circunstancias por una bomba instalada en un auto.
Hablar de cualquier obra de King es referirse finalmente de un solo universo.

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