lunes, 28 de febrero de 2022

LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES - Michel Houellebecq (Güelbec)

"La desgracia solo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, 
lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad"


Al tipear el nombre del autor en Google, aparecen 2 cosas: una definición concisa de la biografía del sujeto y, además, una serie de noticias relacionadas con sus distintas posiciones intelectuales (al parecer nunca desprovistas de cierta polémica). Si nos vamos a Wikipedia, leeremos que Houellebecq además de escritor, es poeta y ensayista. Nada extraño. Aclaro esto último porque el libro Las partículas elementales -el primer texto que leo del autor gracias a la recomendación de Nelly, una amiga francesa- transita constantemente entre lo narrativo y lo enciclopédico (de verdad que me pregunto por la asesoría del autor al tratar temas como la división celular para explicar por qué los labios vaginales comienzan a soltarse con la edad al perder colágeno), entregando una serie de datos y reflexiones casi a título personal, que de cierta forma va enmarcando el radio de acción de los personajes, o sea, como les explico a mis estudiantes de teoría sistémica: les va dando un piso, los va contextualizando. Luego nos daremos cuenta que esto en realidad está vinculado con los distintos narradores de la obra.

A pesar de esta contextualización enciclopédica que el autor entrega a sus personajes, queda poco claro cuál es el hilo conductor de la narración en general.

El libro se presenta como la historia de 2 hermanos, Bruno y Michel que si leen ustedes la contraportada, queda planteada así:

"la novela narra el improbable nudo que unirá los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biología, especie de monje científico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y solo pasea para ir al supermercado; y Bruno, también cuarentón, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografía, misógino, racista, un virtuoso del resentimiento..." 

¿Cuál es el improbable nudo? Según mi parecer, el fallecimiento de la madre. Una mujer que en su juventud entregó a sus crías a sus respectivas abuelas para mandarse a cambiar a una comunidad naturista en California sin la responsabilidad de la maternidad. Como suele pasar, al momento de la muerte, la hembra vuelve al terruño para encontrar su fin y es ahí donde los dos hermanos hacen un alto a sus respectivas historias de sin sentido y vuelven a verse frente a frente para acompañar a la madre en ese momento.

Michel, biólogo, en investigaciones sobre cómo la reproducción sexual termina por debilitar a los hombres y a la humanidad, y Bruno, sujeto enamorado de la masturbación y de las mujeres. Mientras escribo esto, queda clara la conexión entre ambos, más claro que cuando se lee. 

Ambos, pasando la mitad del libro, se juntan para despedir a la anciana madre (luego de una larga exploración de sus miserables vidas) que nunca conocieron más que por las historias que su abuela les contaba de quien los parió. Bruno la insulta, Michel calla. Bruno está enojado con la vida porque su pareja, aquella mujer ninfómana que le hizo conocer el amor a través del sexo desprejuiciado, acaba de morir y con ella, muere también la tregua que la vida le dio a Bruno en su infelicidad y pérdida de sentido. Michel calla. Michel se pregunta hasta cuándo soportar el show del hermano con el que no desea compartir y al que no desea volver a ver. Bruno se hospitaliza voluntariamente en una clínica psiquiátrica y Michel, ay Michel. Michel conoce también algo parecido al amor. Michel conoció a Annabelle y se hicieron pareja. Con el tiempo terminaron la relación pero años después, al momento en que Michel asiste a la exhumación de los restos de su abuela para la reubicación, se re encuentra con Annabelle, y con ella, el amor. Conviven, viven, se aman por segunda vez (o lo que Michel siente como más parecido al sentimiento) hasta que un día Annabelle le diagnostican cáncer de útero. Y a los pocos meses, metástasis. Esa noche, a las 3 de la mañana, Annabelle se levanta, en la cocina se mete todos los somníferos que puede y queda en coma. Dura pocos días más y muere. Con ella, también muere lo poco vivo que le quedaba a Michel. Desesperado, se vuelca a sus investigaciones. Se va a vivir a Irlanda y ahí desaparece. Su cuerpo nunca fue encontrado. 


Bruno, según parece, queda recluido en un hospital psiquiátrico, aunque el texto no lo aclara. Gracias a los fármacos vivió una vida sin el yugo de la prisión sexual. Se idiotizó. 

El libro es un repaso del sinsentido que viven los personajes y de cómo el amor, lo único que los hizo respirar, fue el elemento que les permitió alguna cuota de bienestar. Pero como suele ocurrir en las novelas, el amor no dura para siempre y cuando muere (por cáncer una, por suicidio la otra), la muerte arrastra también a los quedan en vida. Condenados a caminar por la tierra (como Caín), Bruno y Michel se reencuentran en la muerte de la madre. 

Michel, candidato eterno al Premio Nobel, tiene en mente una forma alcanzable para que los humanos no sufran más, a través de la genética :

"no se trataba de reproducir la especie humana hasta en sus menores características, sino de crear una nueva especie racional y que acabar con la sexualidad como modo de reproducción no significaba en absoluto acabar con el placer sexual [...] la creación del primer ser, el primer representante de una nueva especie inteligente creada por el hombre a su imagen y semejanza, tuvo lugar el 27 de marzo de 2029, justo veinte años después de la desaparición de Michel Djerzinski..."

Si alguien se pregunta por el símil con Aldous Huxley y su libro "Un mundo feliz", pues no está equivocado. El mismo Houellebecq se encarga de darle harta reflexión a este texto por parte de Bruno, profesor de literatura, manoseando el argumento que, no es feo decirlo, constituye en parte el germen que permite una lectura de Las partículas elementales. En el libro francés, la nacimiento a través de la sexualidad es el problema.

¿Quién narra la historia? Temazo, y medio desconocido.

Hay un prólogo, que no es de la mano del escritor (de donde vendría un narrador habitual). Hay un narrador que habla sobre la vida del personaje Michel Djerzinski a modo de prólogo, que adelantándose varias décadas a la Bruja Blair, a lo más falso documental, se posiciona como un investigador (Hubczejak) que está intentando reconstruir la vida del científico (Djerzinski). Luego, al final, en el epílogo, hay otro sujeto, otro narrador, que nos habla de Hubczejak investigando a Djerzinski. 

¿Quién es este segundo narrador?, un personaje invisible, un sujeto que escribe desde una época posterior al nacimiento de este primer hijo de hombre no humano, ocurrido en 2029, con las modificaciones genéticas propuestas por Djerzinski, un sujeto que termina siendo el primer hijo no humano de la humanidad: "quedan algunos humanos de la antigua raza, sobre todo en las regiones sometidas durante mucho tiempo a la influencia de las doctrinas religiosas tradicionales. Sin embargo su tasa de reproducción disminuye todos los años y su extinción parece inevitable." 



El narrador final, por tanto termina siendo un investigador de esta nueva raza surgida de los humanos, desprovisto de procreación sexual, y que mira con nostalgia a la especie que los posibilitó: "más allá del ámbito histórico estricto, la ambición última de esta obra es saludar a esa especie infortunada y valerosa que nos creó. Esa especie dolorosa y mezquina, apenas diferente del mono que sin embargo tenía tantas aspiraciones nobles [...] esa especie torturada y belicosa, que sin embargo no dejó nunca de creer en el amor"

Estamos por tanto, frente a un libro de ciencia ficción a la más pura tradición de Julio Verne. Y cuando comprendemos esto entendemos también las razones de por qué nuestro narrador presenta con tanta acuciosidad las explicaciones biológicas sobre asexualidad necesaria del hombre y del nacimiento de una nueva raza. 

La habilidad quizá la encontramos en el hecho de que un solo epílogo basta para que las 200 y tantas páginas previas cambien de rumbo y sean vistas ahora no como una novela simplemente sino como la historia de quien pudo generar una alteración en la linealidad de la historia que el autor llama mutación metafíscia. Michel Djerzinski, al tiempo que es Dios creador, termina siendo también aquel castigador que se arrepiente de su creación y la condena a la muerte. 

Interesante el giro del libro al hacerlo desaparecer. No lo encontraron porque creen que se arrojó a las aguas, pero el hecho de que su cuerpo desaparezca le da un aire etéreo a divinidad.

Me demoré poco en leer el libro. No me había acercado nunca a un libro de estas características. Debo reconocer eso sí que quienes no tengan mucho conocimiento en terminología filosófica de cierto nivel (positivismo, ontología, epistemología, racionalismo, Deleuze, Foucault, entre otros) se le hará inclusom más difícil que a mí seguir ciertos fragmentos.

Pasé un buen rato con el libro, pero no es una lectura fácil. Es entretenido sí, pero luego de terminarlo, hay que intentar observarlo desde lo alto para ver toda su imagen como un todo. Difícil pero ejercicio necesario.

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