¿Acaso será posible olvidarse del mundo cuando lees algo que te recuerda constantemente que no estás entendiendo nada?, ¿o será que el masoquismo llega a tal punto que es necesario también algún tipo de autoflagelación intelectual?
Una vez en clases con el ahora fallecido profesor Juan Zapata Gacitúa, mi profesor guía de tesis del magister, escogí leer un libro de Enrique Lihn para exponerlo a los compañeros. ¡Qué mierda!, no entendí nada. El libro voló para todos lados en mi dormitorio de entonces porque de verdad me frustraba no saber qué diablos quería decir el Sr. Lihn. Mi exposición partió de esa forma: primero, debo aclarar que no entendí casi nada. Y entonces el pequeño profesor se pone de pie y acota: "eso es porque Enrique [de quien el profesor era amigo], escribe solo para unos pocos". ¡Qué mierda!, y ¿para qué entonces esforzarse en tipear si no quieres que la gente te entienda? Para mí, un completo sin sentido que, claramente, le resta calidad a un texto.
Sin más dilación, nada de eso me pasó con el texto de Zúñiga.
Compré CAMANCHACA por lo que comenté arriba. Y lo empecé a leer y me encantó. Me gustan mucho las historias íntimas en que el personaje descubre su mundo interno casi solamente a través de sus acciones. Nada de "hacía esto pensado esto otro", no. Diego nos ofrece un panorama que describe con claridad a los personajes y a sí mismo en esta suerte de viaje autoficcional hacia el norte de Chile. Un joven que a través de la memoria va narrando hechos que configuran quién es la persona que viaja hoy. Temas presentes: una lista de compras que nunca alcanza a completar, un checklist de vida en que la mayoría de los eventos quedaron fuera. Una perrita moribunda, una prima, un tío muerto en circunstancias poco claras. Baja de peso, le dice el Tata a nuestro personaje novelizado que fuera de las páginas también sufre de bastante sobrepeso. Come sano, haz actividad física, cree en Jehová y no toques a tu madre o no permitas al menos que te seduzca. Interesante esta última parte, léanlo (no sé por qué cada cierto tiempo los escritores se obsesionan con el tema del incesto).
El libro está compuesto como pequeños párrafos, algunos más largos que otros, distribuidos a lo largo del texto entero. Si no supiéramos español, de hecho, podríamos pensar que se trata más bien de un texto de poesía, o de pequeñas crónicas, o de ínfimas reflexiones estilo libro Jodorowsky. Pero ni lo uno ni lo otro: se trata de una novela compuesta de esa forma, alternando épocas, escenarios, personajes en antes y después que a pesar de la a veces confusión, termina subyugando al lector frente a la narración de hechos cotidianos que reflejan algo más profundo. Un mapa que alumbra lo interno a partir de los movimientos corporales que sugieren. Somos gordos porque hemos decidido crearnos una coraza de grasa para blindarnos del exterior, dirían los psicodinámicos.
Buen libro. Quedé con ganas de conocer más la literatura de Zúñiga. Claramente cuando vuelvan a bajar los precios volveré a buscar algún otro título.
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